Buenas personas

No sé cuántos se merecen ese título. Asumo que son más vendibles las maldades. Pero la vida diaria está llena de personas generosas y me gusta reflejarlo en este breve artículo. Va la primera. Hace poco unos amigos pintores hemos expuesto en una cafetería. Acabado su montaje nos dijo la dirección que elegiría un cuadro por cedernos sus paredes. Algunos compañeros desconocían esa costumbre y se disgustaron. Sobre todo por comunicarlo con las obras ya colgadas. Pronto el enfado cesó: alguien había donado su cuadro. De los mejores. Me informé y le pregunté a la regaladora por qué lo había hecho. Sin perder la sonrisa me respondió: —“decía mi padre que de aquí nos vamos a ir con el pellejo”. Es para darle más de una pensada a la frase. Con su donación supo evitar el conflicto.

Pongo otro ejemplo si me lo permiten, otra vez con la Academia de Bellas Artes. Al acabar el curso estaba imposible. Sin fondos para mandar adecentarla. ¿Qué hacer? ¿Gritar a los cuatro vientos? ¿No nos encantaría que El Puerto estuviese más cuidado? Pues se cogen escobas, fregonas, brochas, enceradoras, lijadoras, plantas y se organiza el trabajo. El presidente por delante. Su esposa, muy implicada. No faltó buena música ni buen humor y poco a poco, una pandilla de enamorados de esta entidad acabamos cuanto nos propusimos.

Hay voluntarios para limpiar la Prioral. Buenas personas de la Iglesia que ahorran así para poder arreglarla. Líderes que, sin miedo al trabajo, regalan su tiempo sin presumir. Voluntariado de tantas y tan diferentes como necesarias ONGS.

En el ámbito religioso abundan. ¿Cuánto debemos, como ciudad, a sacerdotes como don Francisco Querejeta? Le recuerdo joven, en esa nave de la barriada de Los Toreros, empeñado en hacernos una Iglesia como la Milagrosa, en donde puedo asegurarles que todos caben. Cuando llegaba algún misionero demandando una cantidad concreta para algún proyecto, él, con todo el arte, comentaba: —Me consta que no traéis tanto dinero, pero podéis rellenar cheques… Ayer la Eucaristía se celebró en su memoria y se descubrió una placa conmemorativa. Buenísima persona.

“… irnos solo con el pellejo”. Que nos recuerden por nuestra implicación social.