Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Eran atunes en el paraíso, lo que cantaba mi querido Ruibal. Y es agosto en los paraísos cercanos nuestros, y en el tartar, el tataki, el sashimi y a la plancha o picante. Atún, atún. Y es agosto. Y el atún no sé si se acaba en estos lares con tanta marea viva de gente en chanclas. Aunque a veces creo que el atún rojísimo de almadraba se reproduce por esporas y de forma hermafrodita en los congeladores industriales de la hostelería. Y yo qué sé. Pero es que es agosto, oigan, y mi tierra y mi mar, nuestra tierra y nuestro mar, están en el mismo sitio de siempre, incluso en noviembre, cuando no hay atunes, ni orcas ni lubinas a la espalda (bueno sí, en Puerto Real siempre hay, y de las mejores), ni camaleones allende Despeñaperros.
Que sepan ustedes que nada tiene servidora contra el turismo que se deja el parné por aquí. Pero cada año la tontuna que invade las aceras aledañas all No Ni Ná (hala, haciendo aquí publicidad a la Padilla, pero bueno, es de Cádiz), las orillas del Faro de Trafalgar o ese sitio mega chuli y mega guay lleno de surferos (algunos no han olido la parafina en su vida ni tienen sentido del equilibrio, mental tampoco), guapitos y guapitas; ya saben, El Palmar.
Y es curioso cómo los integrantes de las tribus diversas son fácilmente identificables según la indumentaria de rigor (vale, hay tontuna autóctona también, no me ataquen). ¿Pantalón ‘cagao’ cochambrosillo, chanclas de cuero y doscientas cincuenta tobilleras deshilachadas haciendo juego con el cabello deshilachado también, tattoos y cara de ‘namaste’? Usted viene de Los Caños de Meca. ¿Camiseta surfnormal, cadizfornia, flowers, neopreno a medio poner y pintura de guerra en la cara, de día, y casual chic surfer tonter pro concierto reggae cerveza en mano? El Palmar, oiga (a Tarifa no llego, porque de momento no llega el presupuesto). ¿Pamela glamour con vestido vaporoso de seda hippie carísimo, chanclas fashion y enorme bolso con motivos marinos, ellas, y náuticos verdiazules, ellos? ¡Zahara! Correcto. Y es que cada lugar tiene su indumentaria, y los que pillan quince días por millonadas por aquí, lo saben.
Camaleones en el paraíso, sí. Adaptarse a los colores del medio. Y sigo pensando que los indígenas nativos gaditanos tenemos la enorme suerte de ver a la marabunta desde nuestra ironía particular, sin mardá pero con mucho cachondeo y alma de chirigota, mientras deseamos recuperar aparcamiento, un trozo de arena, la normalidad y un horizonte sin pamplinas. Pero es agosto. Ya se sabe.
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