Puente de Ureña
Rafael Duarte
Carnaval y barras
Puente de Ureña
¿Qué es el humor? Ahora no lo sé. Cuando todo se mancha con el aceite de la política, todo queda sometido a lo que ellos dicten. Por eso me pregunto, ¿Es progresista el humor? ¿Conservador? La disolución de las verdades entre lo verosímil y la mentira es el panorama donde, desde la iracundia a la sátira, se mezclan las emociones humanas, que buscan la palabra adecuada a un estado de ánimo, más variable que los colores de una selva otoñal que escribiera Borges, como sinónimo de infinitud. Cicerón, traducido, chicharito, más antiguo que el cristianismo, creó unas normas para canalizar presuntamente el mal humor y apartarlo del mal. En él resume con gran densidad conceptual el uso que el orador debe y no debe hacer de la risa en su discurso: Advierte que el orador ha de usar el ridículo de tal manera que ni sea demasiado frecuente, para que no sea bufonesco; ni obsceno, para que no sea de pantomima; ni agresivo, para que no sea descarado; ni contra la desgracia, para que no sea inhumano; ni contra el crimen, para que la risa no sustituya a la repulsión; ni cosa impropia de la persona del orador o de los jueces o de la ocasión. Pues esto cae en lo que hemos llamado falta de decoro. Evitará también los chistes rebuscados, que cuando no se improvisan sino que se traen de casa son fríos comúnmente. Tendrá miramiento tanto con la amistad como con la dignidad, evitará los ultrajes imperdonables; solamente asaeteará a los adversarios políticos, pero no siempre a ellos, ni a todos, ni de cualquier manera. Con estas excepciones usará la agudeza y los chistes. ¿Se parece a nuestros parlamentarios?
Gracián, nuestro Gracián definió el carácter de los españoles de su tiempo, de tal forma que parece que lo hizo ayer. "La soberbia humana, como primera en todo lo malo, cogió la delantera. Topó en España, primera provincia de Europa. Pareciole tan de su genio, que se perpetuó en ella. Allí vive y allí reina con todos sus aliados: la estimación propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, hace el don Diego y vengo de los godos, el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho alto y hueco, la gravedad, el fausto, el brío con todo género de presunción, y estufido, todo esto desde el noble hasta el más plebeyo".
Cádiz y Sevilla se disputan la titularidad del humor. Del chiste, e, incluso del carnaval, eje de la gaditanía y todo lo demás. Humores burdos los hay allí, allá y acullá…
El humor es la manera de contrarrestar la amargura, el pesimismo, el sentido doliente de la vida. El humor es una actitud y una aptitud ante la existencia, y, como no, una perspectiva, un distanciamiento del asunto, burlesco, ligero y, sobre todo, ingenioso.
El humor desacraliza, desmitifica, desenmascara, desnuda de apariencias engañosas y de solemnidades vacías, pero también frivoliza asuntos serios y banaliza cuestiones graves. Hay una novela sin novela, una metapalabra, la vida de Tristam Shandy, en el que un joven queda circuncidado por la caída de una ventana. La realidad del azar y la ficción. Cara de harinas, todos.
Podemos sostener que Cervantes fue un gran humorista de las letras y que en su obra se aprecian, tanto los rasgos del humor hebreo, como señales inequívocas de la retranca gallega, alejada de Sevilla y Cádiz, patentes en muchísimas situaciones de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, en especial, en la estructura y desenlace de los diálogos, donde la paradoja alterna con el escarnio y la befa, para imponer, a la postre, la piedad conmiserativa.
En fin, con la política y sus cosas, trasciende el mal humor, humor al cabo del pueblo a garrotazos con el otro pueblo o su mitad.
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