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Sigue el Cádiz por las mismas: puntito a puntito, mientras los demás inician el sprint final. Parece como el náufrago que se puede ahogar cerca de la orilla cuando ya la tenía a su alcance. Ha ido bajando puestos, pudo soñar con el ascenso directo, pero ya está muy cerca de quedarse fuera de las eliminatorias para subir. En Albacete dos penaltis discutibles condicionaron un partido que se debió ganar. El Cádiz tuvo más tiempo el balón y las ocasiones más claras. La inutilidad de los delanteros dificulta los resultados. Pusieron buena voluntad, pero les faltó el acierto. Los demás rivales por el ascenso viven de sus goleadores.
En este partido, el entrenador apostó por reforzar el centro del campo con Fausto (como sustituto del sancionado Garrido), Abdullah y Álex Fernández, para volver a las bandas clásicas con Salvi y Alvarito, y dejar a Carrillo en punta, a ver si le entraba algo, lo que parece tan difícil. En la primera jugada, cuando apenas habían pasado 20 segundos, hubo un sobresalto. Marcos Mauro estuvo a punto de regalar un gol. Concedió una falta casi en la raya del área, que por fortuna lanzaron mal.
Para demostrar que habían ido a ganar, los amarillos dominaron los primeros minutos. En el minuto 5 llegó el cabezazo de Carrillo que dio en la escuadra y salió fuera. Sin remate y sin suerte.
Parecía que el Cádiz tenía un partido asequible, frente a un Albacete que tampoco se esmera en toquetear el balón, sino que iba a aprovechar los fallos. Y a repartir más leña de lo permisible, con la benevolencia del árbitro Cordero Vega. En este partido quedó lesionado Salvi en el minuto 26 y Alvarito a poco de iniciarse el segundo tiempo. Los dos extremos han llegado al final de la Liga maltrechos y muy cascados, exhaustos por el enorme esfuerzo de una temporada corriendo arriba y abajo. Ayer no rindieron a su mejor nivel y volvieron a lesionarse.
Con ese inconveniente grave, el partido estuvo marcado por dos penaltis. El de Brian llegó por la lentitud del lateral al arrancar y por su torpeza al agarrar, facilitando que Héctor Hernández se tirara en el área. Menos mal que Barral (primer cambio, por Salvi) estuvo pillín y forzó un penaltito de compensación de conciencias limpias, al filo del descanso. Álex Fernández lo lanzó telegrafiado, aunque fuerte, y entró, entró.
Fue lo único que entró. En la segunda parte, se quedó sin los extremos titulares, por lesión, y sin Fausto por decisión, y con Perea y Romera. El Cádiz creó las dos mejores ocasiones, ante un Albacete que daba claros síntomas de que se conformaba con el empate. Romera disparó fuera con la portería para él, y Carrillo envió alto desde buena posición. Ahí pudo ganar el Cádiz, cuyo ataque es impropio de un equipo que aspira al ascenso. El refuerzo de enero fue Jona, que ahora ha pasado al área de castigo de este entrenador, al que le dan las ventoleras por uno o por otro.
En el próximo partido (que se juega en lunes y con el Zaragoza como rival) puede estar la clave de toda la temporada. Una victoria es imprescindible para seguir peleando. Los perseguidores ya están a punto de alcanzar al Cádiz. Como decían los antiguos, hay que sacar fuerzas de flaqueza.
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