Cincuenta años

El Alambique

20 de marzo 2025 - 07:00

Viajemos en el tiempo medio siglo atrás y situémonos en El Puerto de esa época. Más concretamente en el día del Amor Fraterno, el 27 de marzo de 1975, Jueves Santo.

Cuando el sol vuelva a salir siete veces se cumplirán cincuenta años desde que el desgarrado Santísimo Cristo del Amor bendijese por última vez las calles de nuestro Puerto, para hacerlo desde entonces desde el Pago de la Caridad, desde el Convento de las Hermanas Clarisas Capuchinas.

Conocí al Santísimo Cristo del Amor con tan solo doce años, en la Cuaresma de 1996, cuando se cumplían veintiún años de su última salida y ya se añoraba la ausencia de su presencia. Parece un juego de palabras, pero no lo es, ¿cómo se puede estar presente y a la vez ausente?

Quien lo quiere encontrar sabe perfectamente donde está, a donde ir, pero lo realmente preocupante es que haya personas que aún no lo conozcan. Está clarísimo que la devoción al Cristo del Amor pasa por uno de sus mejores momentos, ya que el Grupo de Fieles que están a su alrededor trabajan incansablemente para eso mismo. Ya no es recuperar la devoción, porque nunca se perdió, es seguir extendiéndola en nuestra ciudad.

Este Grupo de Fieles lleva trabajando desde 2010 en torno al Cristo y al Convento, adaptándose en todo momento al mismo, pero El Puerto, antes de que sea más tarde, necesita al Señor.

Si hasta el propio Papa lo dice:

“La belleza de Cristo nos convoca,

Nos llama a ser hermanos”,

Y a que a Cristo todo el mundo conozca.

Incluso esta Asociación Piadosa fue adelantada a sus tiempos y a lo que anima su Santidad en este año de la Esperanza, que es llevar la misma a los lugares más desfavorecidos, ya lo hacía llevando al Cristo, a la Esperanza Crucificada al Penal del Puerto y visitaba durante el año a los reclusos.

Aún no conozco a nadie que haya quedado indiferente cuando ha conocido al Cristo Negro Capuchino, por eso pienso y afirmo que su devoción es diferente y llega de una forma a nuestro interior que solo sabe llegar Él.

Aprovecha esta Cuaresma para visitarlo y orar ante su imponente y desgarrada presencia.

El Puerto necesita del Señor y el Señor necesita de ti.

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