Cofrades a la calle, ya

06 de marzo 2025 - 03:05

El martes por la noche creía que se había acabado por fin el Carnaval. Desde mi casa, cercana a San Antonio, como mis queridos lectores ya saben, no se oía nada. Luego supe que se estaba celebrando el pregón del Momo (qué pereza me da escribir este nombre) y que el protagonista, un tal Gueli, tenía poquita voz. Mejor así. Sí escuché luego el crepitar de un muñeco que hacía las veces del dios del Carnaval, que es tan feo como los que le adoran. Pensé que otra vez nos habían engañado estos míseros carnavaleros haciéndonos creer que ahí se acababa el Carnaval y empezaba la Cuaresma. Pero no, siguen dando la tabarra. Mientras, en el lado bueno de la ciudad, las cofradías ya entregan sus túnicas y los muchachos y muchachas, jóvenes cofrades, se pasan las horas limpiando plata para que en Semana Santa brillen los enseres y los pasos. Las cuadrillas de cargadores ensayan en las calles no bloqueadas por la marea de menesterosos del Carnaval y los medios de comunicación ya ofrecen información e incluso programas de radio para que se nos haga el cuerpo. Este Diario del Carnaval ni lo leo, que ya debería haber cerrado el miércoles de ceniza. Menos mal que en este rotativo me queda mi Pablo Durio, bombilla entre tinieblas, faro que guía al mundo cofrade, ejemplo de saber estar y de señorío, siempre alerta, todo el año, para arrojarnos luz sobre las novedades de nuestras hermandades. Pronto, los ríos de orina serán ríos de cera. Y Cádiz será de nuevo una ciudad normal, salvo por las familias que acampan para ver las procesiones.

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