Antonio Morillo Crespo

Colores

La Corredera

26 de julio 2024 - 03:04

De colores se visten los campos en la primavera…

de colores es el arco iris que vemos lucir...”. Así rezaba una cancioncilla que se había instituido como símbolo en los ya viejos Cursillos de Cristiandad. Y en verdad los colores son símbolos… el negro de luto, el blanco de boda. Hace unos días leí que fue la Reina Isabel la Católica (S. XV) la que cambió de moda esos colores, de manera que el luto que se usaba como blanco, lo cambió por el negro. Y así ha venido siendo quinientos años, a excepción de cuando muere un niño que se sigue usando el blanco como luto. Y no digamos los colores característicos de las banderas. Nuestra roja y amarilla española, la verde andaluza, etc., etc.

El arco iris es la suma de todos los colores, de manera que si juntamos su siete colores y girando los convertimos en un círculo aparece el blanco. Por el contrario el negro es la negación del color. El negro no es color. En verdad cada entidad, cada nación, cada persona busca y elije el que cree más apropiado. Y no solo las personas, también e incluso los pueblos y ciudades. Me llama mucho la atención, ahora con la vuelta ciclista a Francia, el célebre Tour, que todos los pueblos franceses mantienen una uniformidad en el color de sus tejados. Es curioso y además hermoso. Y viene esto a cuento con la mala costumbre que a veces se esparce por aquí… a uno se le ocurre pintar la azotea de rojo, a otro de verde, a otro de azul… y mirando luego en perspectiva da una imagen multicolor desagradable.

Y naturalmente la moda es la moda y se ve claro en el vestido sobre todo femenino. Aparte de la vestimenta característica y peculiar de la ocasión. Así en las bodas lo corriente es el blanco, como en los niños con la primera comunión. Y en los pueblos y ciudades, léase nuestra provincia, el blanco y el blanco de la tradicional cal de encalar. Cuenta Ramón Solís en su obra El Cádiz de las Cortes que Cádiz era allá hace dos siglos blanco, blanquísimo hasta la exageración. Afortunadamente en algunos pueblos, léase Grazalema, Vejer….el blanco es indiscutible y los caracteriza como símbolo de arquitectura propia y tradicional.

Particularmente me da coraje cuando se cambia el blanco por el azul, so pretexto de que somos como la marroquí Chefchauen. Y eso es un error. Aquello es aquello y esto es esto. Sobre todo en puertas y ventanas, porque por aquí solo son dos colores el blanco redicho y el color madera, marrón. La modita del gris es odiosa entre otras cosas y como dicen los expertos pintores el gris no es un color, solamente es el negro sucio.

P/D. Pugna esta materia con el parecer de algunos ciudadanos que dicen que en su casa hacen lo que les da la gana. Pero, con todos mis respetos, eso no debe ser así. Un pueblo es la suma de sus ciudadanos y por tanto debe seguir unas normas. Es como si en un ejército cada soldado vistiera según su parecer, uno de caqui, otro de verde y otro de azul…. ¡vaya milicia! La uniformidad es la demostración del sentir común, del amor y concordia entre todos. Y no lo digo yo, lo dicen los buenos urbanistas y el sentido común.

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