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El mejor aliado que pueden encontrar las cofradías para cumplir su misión de evangelizar es la convocatoria de elecciones. Ni cursos de formación, ni pasos a la calle ni cultos rimbombantes; elecciones. Sean del carácter que sea, pero especialmente las municipales. Como por arte de magia, cada cuatro años se produce una especie de conversión cofradiera de la clase política, coincidiendo -eso sí- con la antesala electoral. Habitualmente olvidadas, cuando no ninguneadas, se acercan las urnas y de repente las cofradías adquieren una relevancia inusitada.
Claro ejemplo de esto pudo verse en el acto de presentación del cartel de la Semana Santa en la noche del pasado jueves, donde ni la hora del acto, ni el frío de enero, ni el Barcelona y el Betis fueron menoscabos para que acudiera a Santiago toda una corte política que -este año sí- quisieron acompañar a los cofrades, al Consejo, al autor del cartel, al pregonero de la Semana Santa y a quien haga falta a falta de poco más de cuatro meses para que la ciudad elija nueva Corporación.
Presidía el acto junto al presidente del Consejo y al director espiritual la concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, que acudía acompañada de su compañero de equipo y responsable de Patrimonio Paco Cano, que de alguna forma ha ejercido de sustituto de la edil en estos años cuando Cazalilla no ha podido comparecer.
De la Corporación acudieron también hasta nueve concejales más; cinco del PP (el grupo completo salvo José Carlos Teruel), dos del PSOE (el candidato Óscar Torres y José Macías) y las dos de Ciudadanos (Lucrecia Valverde y Carmen Fidalgo). Y a ellos se unieron dos delegados territoriales de la Junta de Andalucía, los de Hacienda (Inmaculada Olivero) y Turismo y Cultura (Jorge Vázquez) que acompañaban a la delegada del gobierno andaluz en la provincia, Mercedes Colombo.
No queda ahí la cosa, porque a esta lista política hay que sumar también los distintos asesores de unos y otros que acompañaban a esas horas de la noche y que se afanaron durante el acto en tomar fotografías del derecho y del revés con las que los políticos llenaban horas después sus redes sociales. Hasta turnos se improvisaron a los pies del altar mayor de Santiago para que los políticos subieran por partidos a hacerse fotos junto al cartel.
Y hablando de políticos y asesores, sí se echó en falta cierta sintonía de los puntuales asistentes a la presentación del cartel con el ‘protocolo’ no escrito que requiere un acto cofrade de esas características, siendo notable la diferencia de atuendo entre los intervinientes en el acto (los trajeados presidente del Consejo y pregonero de la Semana Santa, por ejemplo) y los concejales asistentes (a excepción, por ser justos, de los populares Cossi y Lucero, los únicos que vistieron a la altura del acto al que acudían).
Si el acto de presentación del cartel se considera la antesala de la Cuaresma y de la posterior Semana Santa, se avecinan unos meses con políticos metido hasta debajo de los pasos, a poco que se apuren. Sobre todo teniendo en cuenta lo reñidas que se vienen las elecciones gaditanas, donde prácticamente cualquier voto puede decantar la balanza para un lado o para el otro. El vía crucis, el pregón, las visitas matutinas a los templos, las salidas de las cofradías, las procesiones protocolarias como el Nazareno o el Santo Entierro, el pontifical de Resurrección… pueden ser convocatorias de lo más apetitosas para concejales, candidatos, delegados y todos los que puedan arrimar estos próximos meses el hombro a las ascuas de sus sardinas. Y es que viendo tanto interés y tantas caídas de caballo cada cuatro años, va a haber que pedir que las elecciones se celebren después de Corpus. Entonces sí que se iba a recuperar la histórica y protocolaria procesión que distinguía a esta ciudad. Y con rampa, por supuesto.
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