Antonio Morillo Crespo

La crueldad, la maldad...

La Corredera

En nuestro mundo coexiste el amor y la amistad con la maldad y la crueldad. Pero no solo ahora, siempre, siempre, desde Adán y Eva. ¿Y por qué? ¿No podríamos eliminar lo segundo y dejar solo lo primero? Todos los días leemos en los periódicos casos y casos de crueldad, hasta hechos inconcebibles, que un padre mata a su mujer y a su hijo. Hay que tener mala leche y no solo mal corazón para llegar a estos extremos.

Y como digo empezó todo en el Génesis, cuando Caín mató a su hermano Abel porque el humo de su ofrenda no subía derecho al cielo y el de Caín sí. Y si seguimos a través de los siglos llegamos la fundación de Roma. Primero dieron una gran fiesta invitando a todos los vecinos de aquellos parajes y raptaron a las mujeres de los invitados para, a continuación, Rómulo matar a su hermano Remo porque discutían sobre en qué colina de las siete existentes debían construir la ciudad.

Y saltando de continente, nos vamos a las Américas. Los incas luchan, vencen y exterminan a los chancas, creando un imperio en el paradisiaco valle de los Andes .

Y ahora coges el Diario y en varias páginas aparecen crímenes y crímenes a gogó. En Palestina, Gaza, Crimea, Abisinia, Cisgordiana… bombardeos incluso a hospitales y escuelas. Es una sucesión de calamidades y tragedias que no cesan, una tras otra.

Para colmo aparece la figura guapera y hortera de Trump en América del Norte amenazando, ¡qué digo amenazando!, haciendo de golpe una guerra con los famosos aranceles con el consiguiente quebranto en medio mundo y seguramente condenando a miles y miles de hombres y mujeres al paro. Con mucho menos comenzaron las guerras mundiales cercanas y me da espanto imaginar que este tío sea capaz de originar un nuevo conflicto mundial.

Pero tú, querido lector o lectora, no me hagas caso, que yo tengo la cabeza loca y me imagino lo indescriptible. Ahora mismo tengo las miles de neuronas que dicen pueblan el cerebro dando vueltas y vueltas imaginando hecatombes y tragedias.

¿Y sabéis lo que hago?Miro por las noches al cielo, que por desgracia también ha perdido las estrellas, y le digo a Dios que ponga remedio, que Él puede; y lo primero, mandar lejos al Trump de las narices (que ya te puedes imaginar los apelativos que digo al citado presidente de USA).

P.D. Pero me paro a pensar y me doy cuenta que estas guerras, estas disputas, estas tropelías están con nosotros. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra. Esto mismo dijo Jesucristo a aquellos que apedreaban a la mujer adúltera. Pero a pesar de todo, dentro de unas horas, se acabará la noche y saldrá el sol. Ojalá, ojalá, ojalá.

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