Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Tribuna Económica
En este tercer artículo sobre el Informe Draghi sostenemos que la innovación y desarrollo (I&D) es una fuente de bienestar que justifica la inversión pública que se propone; se trata de una cifra colosal, de 800.000 millones de euros, pero todo es relativo, y el programa de Biden en Estados Unidos para medio ambiente, infraestructuras y tecnología, se mide en millones de millones.
Las fortalezas europeas en investigación no se reflejan en los mercados de inversión. Las tecnológicas que valen más de mil millones, llamadas unicornios, están el 66% en USA, 26% e China, y 8% en la UE; pero claro, el capital aventurero en el mundo es 52% norteamericano, 40% Chino, y 5% de la UE, de manera que las tecnológicas que empiezan financiándose en Estados Unidos, acaban mudándose. En el Informe Draghi se proponen cambios en los mercados de capitales, bolsas de valores, emisión de bonos, y dotaciones por valoración por entidades financieras y compañías de seguros, para no penalizar inversiones en compañías innovadoras, que tardan en dar resultados. Cuando vemos las tecnológicas norteamericanas más significativas nos preguntamos quién aguanta aquí una empresa con diez años en pérdidas, hasta que le sale el cuerno y se convierte en una atracción mundial. En España debería quedar legalmente claro que las inversiones públicas en proyectos de investigación y sus desarrollos empresariales son casi siempre para perder dinero, e instruir a los jueces para que ante la insidia de los que denuncian, no puedan investigar a funcionarios públicos y empresarios, sólo porque la inversión con apoyo público no vaya bien.
En el Informe Draghi se insiste en que la inversión pública en I&D es alta en la UE, pero fragmentada y sin coordinación, y sin embargo tenemos el éxito del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), de 1954, con 23 países miembros. La UE es referencia en la partículas físicas de alta energía y aquí se descubrió la famosa partícula Higgs Boson, uno de los misterios de la materia; no hay en todo el mundo un aparato como el Large Hadron Collider, que ha dado beneficios sociales en el tratamiento del cáncer, resolución médica de imagen, o cables superconductores; ni debemos olvidar que la familiar World Wide Web (la www) se inventó y aplicó en Europa. Pero, por el contrario, el multimillonario programa Horizonte Europa se disuelve por países, regiones y comunidades, y sus ministerios y consejerías; de los principales núcleos de innovación en ciencia y tecnología cinco están en Asia, y el sexto en San José-San Francisco, no hay ninguno en España, y aunque es muy importante el de aeronáutica de París, y otros industriales europeos, no tienen poder de atracción suficiente en tecnologías digitales.
Por último, pero no menos importante, toda innovación relevante ha surgido siempre de investigación básica en el sector público o con su apoyo, y otra cosa es el desarrollo comercial de la tecnología. En el Informe Draghi se explicita el carácter inclusivo de sus propuestas, que no son para enriquecimiento de unos pocos, lo cual se olvida cuando se pone el énfasis en la individualidad de la innovación y se ignora el carácter social de la inversión pública, que de tantas maneras la hace posible.
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