¡D espierta, Alemania, despierta!

Tribuna Económica

07 de febrero 2025 - 03:05

Durante décadas, Alemania ha sido el motor económico de Europa, un país sólido y resiliente que, con su disciplina fiscal, su potente industria y su tecnología de vanguardia, ha sido considerado un referente mundial. Sin embargo, hoy peligra su estabilidad y su liderazgo. La economía alemana muestra síntomas de estancamiento, con un crecimiento anémico, un sector manufacturero debilitado y una competitividad que se erosiona ante un mundo en constante cambio.

Entre las principales causas de esta situación se encuentra la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. Alemania, dependiente del gas ruso barato, ha tenido que reajustar su política energética, lo que ha supuesto un encarecimiento de los costos de producción para su industria. La transición hacia las energías renovables, aunque necesaria, no ha sido lo suficientemente rápida ni eficiente para compensar la pérdida del suministro tradicional.

Tampoco ha sabido subirse a tiempo a la ola de innovación tecnológica que está redefiniendo la economía global. Mientras países como Estados Unidos y China han impulsado el desarrollo de inteligencia artificial, semiconductores y tecnologías cuánticas, Alemania ha quedado rezagada en estos campos estratégicos. La falta de inversión en startups tecnológicas y el escaso apoyo a la digitalización de su tejido industrial han provocado una pérdida de competitividad en sectores clave del futuro. Además, la burocracia y la rigidez regulatoria ahogan a las empresas y ralentizan la innovación.

La crisis demográfica también representa un problema de primer orden. Con una población envejecida y una baja tasa de natalidad, el país se enfrenta a una escasez de mano de obra cualificada. A pesar de la inmigración, las dificultades de integración y formación profesional para los nuevos trabajadores han impedido suplir las necesidades del mercado laboral. Sin una estrategia eficaz para atraer y retener talento, el crecimiento económico seguirá viéndose lastrado.

A pesar de este panorama desafiante –y muchísimo más desafiante será si se materializan los aranceles desde EEUU–, Alemania sigue teniendo un inmenso potencial. Cuenta con una red industrial de primer nivel, una población altamente capacitada y una ubicación geoestratégica privilegiada en el corazón de Europa. Para recuperar su brillo, debe agilizar sus procesos administrativos, incentivar la innovación y fortalecer su capacidad de adaptación a las nuevas realidades económicas. Del mismo modo, es imprescindible fomentar la inversión en educación y tecnología para garantizar una mano de obra capacitada y preparada para el futuro.

Y además Alemania cuenta con una ventaja clave: su bajo nivel de endeudamiento público. Como en la fábula de la cigarra y la hormiga, su austeridad en el pasado le brinda un margen de maniobra crucial ahora, pudiendo emplear recursos con inteligencia estratégica para reactivar la economía, fomentar la innovación y reforzar su dominio industrial. Necesita actuar con determinación y recuperar el liderazgo que le ha permitido ser el faro de Europa. Las bajadas de tipos de interés les vendrán de perlas. ¡Despierta, Alemania, despierta!

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