Manuel Amaya Zulueta

David

El pálpito amarillo

29 de enero 2025 - 03:03

Enotras ocasiones hemos expresado lo que es, más o menos exageradamente, la espina dorsal, o casi, de un equipo de fútbol, o sea, el 91. Y consiste el tal 91 en la confianza de que con un gran portero y un nueve goleador, se tiene hecho, si no el camino entero, al menos una buena parte de éste. En el Cádiz, otrora glorioso, tenemos el 91: pero cojito. Poseemos un portero que ayer mostró y demostró que hay vida a la sombra de Ledesma y que las distancias entre aquél y Gil, hoy por hoy son imaginarias. Porque el partidazo que realizó el getafeño ha sido para ponerlo en el comedor en un marco. Ni un error. Y algún paradón casi quimérico. Y no decimos nada del penalti. Y es que un penalti puede salvar un partido; porque, díganme qué habría acaecido si el Mirandés marca esa falta mayúscula. Quizá no habríamos ganado el partido. Si no hubiera sido por esta detención, los puntos habrían volado a Burgos (provincia de). Independientemente de considerar que un equipo de fútbol son once, claro. Pero hay veces en las que toda la carga explosiva se la reserva un jugador. El otro día, Embapé ganó el partido. Ni que decir cuántas veces Messi conquistó él solito un match. O Puskas o Kubala o Pelé o Zarra…

Siguiendo con la metáfora del noventa y uno, ya avisamos arriba de que en el Cádiz C. F. éste, el 91, está cojito. La otra parte no es excelsa. Ojalá. El 9 continúa sin aparecer. A ver si Vizca lo tiene debajo de la mesa y no lo sabemos… Porque, por más que se empeñe Garitano, Fernández no está a la altura. ¿Lo duda alguien? Por si alguien lo ha olvidado: ya estamos en la segunda vuelta y el cero preside la casilla goleadora de Carlos Fdez. Qué más quisiéramos que hubiese metido, al menos, los 9 de Ontiveros; pero no. Un domingo y otro esperamos que un balón suyo roce las redes. Por dentro, claro. Ni hablar. Es cierto que lejos del área hay lances en los que no defrauda, pero no es ése el trabajo de un 9. Un 9 es un tipo que sólo sabe jugar en el área y que cuando sale de ella está incómodo, incluso torpe. Debe ser en esencia un ave de presa. O un verdugo. Lewa es una excelente muestra de ello. El polaco, observen, apenas conduce. En demasiadas ocasiones, bastantes para ser un crack, se muestra como un pelotero del montón. Fuera del área de la verdad el balón medio se le enreda en las piernas y anhela pasarlo cuanto antes. Mas en el área es una tintorera y casi todo lo que le llega va para dentro. Es el tercer jugador con más goles en la Liga de Campeones. Ciento uno, creo. Y en lo que va de año, 52. Cristiano, no les digo más. Un nueve-nueve es un inquebrantable amante del gol. Vive por y para eso.

Abandonando ya el numerito, el yellow team parece que funciona algo mejor. ¿Verdad? Desde luego mejor que con el anterior entrenador. Hay un orden que, más o menos, se mantiene durante todo el partido. Se ve otra cosita de equipo, lo cual no era muy difícil si comparamos con meses atrás. Hasta anteayer, vamos. Hay jugadores que sorprenden. Por ejemplo, Climent. Este chico ha chutado, si la aritmética no me engaña, dos veces y ha metido dos golazos lujosos. Eso necesita el equipo, que se chute desde fuera del área. Con Climent, de momento, parece que sí. A ver…

Hablando de otra cosa: ¿cuándo (aquí va un hermoso taco) nos va a beneficiar mínimamente un trencilla? Penalti y expulsión. Toma ya, el partido resuelto. Diakité ha cogido un interés por el baloncesto que nos subyuga a todos. Qué bien metió la manita. No sabe que hay var. Y al ratito medio tobillo de un rival despellejado. Pero, a pesar del excelente árbitro, el equipo sacó una testosterona inusual. Se batieron como profesionales dignos hasta el final, y, encima, Chust consigue un gol de los que antes nunca entraban. ¿Suerte? Quizá. Pero la suerte hay que trabajarla. Y Garitano creo que la trabaja. Felicidades. Ese Cádiz, oé.

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