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Deslumbrante fue la puesta en escena en el Parken Stadion del equipo nacional y la confirmación de que Luis De la Fuente ha creado un grupo en el que da lo mismo quién juegue. Con un fondo de armario espectacular, antes de que Oyarzábal abriese el marcador ya había hecho temblar el larguero Ayoze. El balón era patrimonio español y los daneses perseguían sin éxito sombras corriendo como pollos sin cabeza.
Fue un arranque soberbio con un monólogo que dejaba bien clara la diferencia existente entrambos. De la Fuente había tomado la decisión de dejar en el vestuario a varios de sus fijos, gente del calado de Fabián, Pedri, Nico Williams o Morata no estaban en la alineación, pero daba igual. Sí estaban el magnífico Dani Olmo, el eficiente Merino o ese Álex Baena que anda rompiéndola en el Villarreal para que la orquesta funcionara sin una sola nota desafinada.
Y además estaba Ayoze, que aunque llegó tarde a la selección sí que lo hizo para quedarse por tiempo indefinido. El canario anda en luna de miel con el fútbol y faltaba su gol, pero éste no se hizo esperar demasiado en una jugada perfecta de control con una pierna y pase a la red con la otra para que Schmeichel hiciese de Don Tancredo. Claro que para jugada, la sublime del gol de apertura y que hizo recordar aquel elaboradísimo que resolvió con calidad suprema Sergio Ramos.
De aquello en Aarhus se han cumplido diecisiete años y anoche se revivió, pero el recital que deja a España como líder indiscutible pase lo que pase del grupo se afeó al final. Una desaplicación entre Fabián y Raya hizo que Dinamarca acortase distancias y acariciara el empate. Eso le puso sordina al duelo, con apuntes de tangana incluido. No pasó de ahí, el partido lo ganó el mejor, deja en trámite lo de pasado mañana en Tenerife con la confirmación de que tenemos un equipazo.
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