Puente de Ureña
Rafael Duarte
Defensa de la Fe
Puente de Ureña
Llegan las noches más fría. Tan fría como la falta de fe de tanta gente. Cada vez hay más gente y menos personas.
Como la maldad, la desconfianza y el miedo, que viven en nosotros todo el resto del año. Llueve en estos momentos, llueve sobre la ciudad y sobre los ecos de la soledad, esa materia íntima, que, a veces, no sabemos gestionar.
La gente acude a las grandes superficies para consumir y ser consumidas. La política actual lo salpica todo. A lo peor es por su lenguaje apofántico y desconsiderado.
La tristeza es una pared mal construida. Un panal en la memoria con avispas profundas. Recuerda uno demasiado a los que se fueron. A los que quisimos. Las caras neutras del ayer pasando en nuestras mentes. Sus gestos, sus palabras. Otras gentes se dedican al porculismo profundo. Sobre todo en la fe, con entes, como Broncano y Lalachus, ¿la chusma? Que si Cristo no nació en esta época, que fue en el año cinco o seis antes de Cristo, que la iglesia adaptó los cultos solares y a Mitra, a…Los documentales van de la mano de científicos no católicos, lloviendo sobre esa pared.
Malos tiempos para la fe, para la lírica, para casi todo. Al amanecer, cuando es el instante más navideño, vi el goterón de Venus sobre el caño del Puente. Alguna nube muerta, algún trozo de tiempo, algún naranja inexpresivo.
Es tradición que San Francisco de Asís en una cueva cercana a su iglesia, creó el primer nacimiento donde el cuerpo de Cristo se representó con pan y vino. Qué hermosa metáfora, la hostia consagrada era la misa y el misterio de la Natividad. La Virgen fue la primera en comulgar porque tuvo en su interior el cuerpo de Cristo.
Aunque el papa Benedicto XVI negó la presencia de los animales en el acto del nacimiento. Y el papa éste de ahora, niega la existencia del infierno. Y el purgatorio y el limbo. Un estado de ánimo, dice que es.
Estamos en guerras de religiones, en guerra de ideologías, en disolución de culturas, en abolición de usos y costumbres, en creencias y fe. Y encima las Danas, que los políticos no saben o no quieren gestionar, que es peor, para no perder votos. Hoy llueve sobre mojado. El violeta grisalla de las nubes angosta el ánimo.
Me voy a quedar con el villancico de la navidad, porque en su origen era de villas y villanos y de amores y otros lances. Me quedo con Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Góngora, Calderón, quienes escribían nobles villancicos, ya religiosos, para acompañar el nacimiento. El siglo XVII es el más nutrido en villancicos o ensaladillas, jocoso-musicales. Y me leo el Auto del nacimiento de nuestro Señor, de Gómez Manrique y la Fiesta de la Natividad de la Virgen Santísima, de Pedro de Rivadeneira y el Auto de los Reyes Magos de autor desconocido. ¿Por qué leo esto? Porque había fe, fe de verdad. Y quédense estos tiempos con el descuadre en el número de los magos o reyes, con la inconsistencia de fechas, con sí Herodes el grande mató o no mató a los inocentes o si la tumba del Calvario es falsa…Como decía Kírico Aristizábal, mi fe es mía, tan mía como el miedo y no me la podéis quitar.
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