Pablo-Manuel Durio
IU Cádiz, camino de la independencia
Balas de plata
Resulta que el recientemente caído en desgracia Íñigo Errejón ha declarado que ha sufrido una denuncia falsa, refiriéndose a todo lo alegado en su contra por la actriz Elisa Mouliaá, que lo ha presentado como un moderno Barbazul, un depredador sexual que se aprovechó de la joven y bella empoderada. La cuestión tiene su miga y no es baladí porque, en primer lugar, al ex podemita se le llenaba la boquita de piñón negando la existencia de denuncias falsas y se ponía siempre del lado de "la víctima".
Porque en Podemos, o en Sumar, no existe la presunción, ni la de inocencia, ni la iuris tantum, ni la de paternidad. Si una mujer denuncia a su pareja por haber sufrido violencia de género pasa inmediatamente a serle atribuida la condición de víctima. No hace falta sentencia, ¿para qué? Pedir una resolución condenatoria es machista y, por tanto, de ultraderecha. La presunción de inocencia es facha. Ya se sabe que los hombres somos presuntos culpables para según qué sectores de la progresía hispana.
Lo gracioso de todo esto, es que el mismo Errejon que hablaba del cero coma cero cero cero cero siete por ciento de denuncias falsas, debe ser el único que, según esta estadística totalmente incierta y manipulada, ha sufrido una. Y claro, sus ex compañeras de la formación morada, hoy rivales políticas, se le han tirado encima como una jauría. He escuchado, por ejemplo, las declaraciones de Isa Serra, que prácticamente le ha tramitado al pobre Íñigo el alta de afiliación a Vox. Al árbol caído, ya saben.
No es la primera vez que trato este tema y lo hago con conocimiento de causa, puesto que como abogado en ejercicio he asistido a víctimas de violencia contra la mujer y a hombre acusados de haberlas maltratado. Lo cierto es que hay de todo, Bestias sin corazón que agreden y machacan a su Bella, y brujas de Blancanieves que pagan con pena de calabozo el que las dejen o no las quieran. El problema es doble: hay que frenar estos deleznables comportamientos de dominación sobre la mujer y también evitar que algunas malintencionadas se aprovechen de la legislación vigente para sacar ventaja en sus pleitos de custodia de hijos menores de edad.
Descubre ahora Errejón en sus propias carnes lo que han sufrido otros muchos hombres, inocentes o culpables. Le han arruinado la carrera política, como a Rubiales, y a continuación van a intentar condenarlo a pena de prisión. El plural no es casual, todo hay que decirlo, pero ya pueden ustedes apostar a la respuesta correcta. Porque no debemos olvidar que Íñigo Errejón podría haber sido todo un Barbazul, un conquistador de doncellas que se apoyaba en su labia, en su intelecto sapiosexual o en sus múltiples contactos laborales. Pero no por ello tiene por qué ser un agresor o un sociópata maltratador de ex novias y futuribles. Y ese argumento es algo que ni Isa Serra, ni Irene Montero, ni ninguna otra feminista radical va a querer comprar jamás porque determinan la inocencia o culpabilidad de un alguien mirando sólo su sexo. Y si las susodichas gustan ya pueden bloquearme en redes sociales, que ojos fascistas que no ven, corazón que no siente.
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