Puente de Ureña
Rafael Duarte
Defensa de la Fe
El Alambique
Definitivamente la Navidad ha dejado de ser una festividad religiosa y se ha convertido en una feria comercial y un evento de rivalidad entre ciudades y políticos. Cada vez más las supuestas fiestas religiosas se valoran, no en función del efecto beneficioso sobre las almas de los creyentes, sino por la ocupación hotelera y la facturación de comercios y locales de hostelería.
En la pre-Navidad y en la Navidad de lo que más se habla es de la competencia entre las ciudades por encender antes la iluminación y por tener el mayor número de luces. Como sigamos así, terminarán encendiendo las luces navideñas en agosto. También se ha desatado la competencia por tener el árbol más alto, costumbre que impuso la reina Victoria de Inglaterra y que nada tiene que ver con la Navidad, entre otras cosas porque en Belén no hay abetos. Y qué decir de la manía de poner todo color blanco-nieve, cuando ni se sabe cuándo nació Jesús.
Para colmo, hemos incorporado otra moda importada de EE.UU., aunque su origen está en los países nórdicos, los Papá Noel. Gorritos rojos por todos lados, color que no tiene relación con la supuesta fiesta religiosa, sino que proviene de una campaña publicitaria de una conocida marca de refrescos.
La desmesura llega también a los eventos callejeros. Los ayuntamientos tiran la casa por la ventana -no la suya, la nuestra, porque lo pagamos entre todos-, con todo tipo de actos para mayor gloria de concejales de fiestas y alcaldes y alcaldesas, sean del signo que sean y profesen o no creencias religiosas. El circo manda.
Lo de El Puerto no es una desmesura, es un dislate. La Concejalía de Fiestas está terminando por ser la de mayor proyección y presupuesto. Nada de cultura, educación, medio ambiente, servicios sociales, vivienda pública… ¡Fiestas y más fiestas! Las cabalgatas invaden la ciudad, ¡hasta siete hemos tenido! Pero aún hay margen, para el próximo año exigimos a Beardo y Calleja más cabalgatas, una dedicada a los Inocentes, otra al año nuevo, y el cierre con una de autopromoción del mediático y ególatra concejal.
Las cabalgatas se han convertido en la seña de identidad de El Puerto, nuestro I+D. Nada de promover un sector industrial innovador, de aprovechar nuestros recursos naturales. ¡Nuestro futuro son las cabalgatas!
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