Esenciales

El Alambique

01 de diciembre 2024 - 07:00

Aquí donde vivo ahora es costumbre saludar al conductor o conductora de autobús al montar, y dar las gracias y despedirse al salir. A mí ‘gracias’ es una palabra que no me cuesta, y la dejo caer por costumbre, pero he de reconocer que no tenía el hábito de hacerlo en los viajes en transporte público, menos aún en los urbanos que duran unos pocos minutos. Al principio, incluso, me resultaba cómico: gente descendiendo en una parada, por la salida trasera de un abarrotado bus tipo gusano, a quince metros del chófer, y casi gritando su ‘muchas gracias, que tenga una buena tarde’ (esta gente que, por lo demás, apenas alza la voz). 

No sé si es una costumbre francesa, o solo de esta región; pero ya la he hecho mía y me resulta grosero si alguien baja sin mediar palabra. De alguna manera es una forma de reconocer la labor de personas que están haciendo un trabajo esencial pero casi siempre pasan desapercibidas. 

Con la llegada de la temporada navideña, he descubierto también la tradición de algunos gremios de vender calendarios para recaudar fondos para actividades colectivas, proyectos sociales, o simplemente como aguinaldo. Lo hacen los bomberos, los carteros y los basureros. Más allá del debate sobre si es de recibo o no dar propina a empleados públicos, lo cierto es que esta recolecta permite poner cara a quienes durante todo el año van a tu casa a llevarte el correo o recoger tus desperdicios sin que tengamos ocasión de darles las gracias en persona. 

Durante la pandemia descubrimos cuántas profesiones, por lo general poco reconocidas y en muchos casos precarias, son esenciales para que nuestra sociedad funcione. Las del sector sanitario, por supuesto, pero también quienes están en la caja registradora del supermercado, quienes llevan un paquete a tu casa, quienes limpian, quienes cuidan, quienes cultivan… Nos dejamos las manos aplaudiendo desde los balcones, pero olvidado pronto. Solo algunos momentos trágicos, como el desastre en Valencia hace un mes, nos recuerda que siguen ahí, incluso cuando nadie les da las gracias. 

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