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El BCE continúa con el desarrollo del euro digital, un proyecto clave para adaptar el sistema monetario europeo a las nuevas tecnologías y necesidades globales. Este tipo de moneda digital, emitida por el banco central, busca complementar el dinero en efectivo y mejorar la eficiencia de los pagos cotidianos en la Eurozona. Este mismo camino lo están recorriendo numerosos bancos centrales. La administración de Donald Trump, sin embargo, quiere que la Reserva Federal se desmarque.
El proyecto del euro digital se inició en 2020, continuó con una fase de investigación en 2021, y le siguió otra desde 2023 de preparación intensiva para su lanzamiento. El diseño se está basando en principios fundamentales como la seguridad, la accesibilidad y la compatibilidad con soluciones del sector privado. El objetivo es conseguir que sea un medio de pago libre de riesgos y accesible mediante entidades supervisadas. La posibilidad de realizar pagos sin conexión y la preservación de la privacidad son otras de las características esenciales que buscan garantizar que sea fácil para el usuario, sin que el Eurosistema acceda al detalle de las transacciones.
Actualmente, el BCE está ultimando la creación de un manual que definirá los estándares y procesos para los intermediarios del sistema. Además, se están realizando consultas con el mercado y estudios de viabilidad sobre la infraestructura necesaria para su implementación. De igual manera, se está trabajando en la definición de los límites de tenencia, asegurando que el euro digital no se convierta en un depósito de valor, sino en un medio de pago eficiente y estable, cuestión fundamental y necesaria al menos por ahora, para no poner en peligro el sistema bancario actual.
El proyecto enfrenta varios retos, como diseñar un modelo de remuneración adecuado tanto para distribuidores como para usuarios, su integración en el ecosistema de pagos actual o desarrollar una estrategia de comunicación efectiva para resolver dudas y promover la adopción del nuevo sistema. En cuanto al proceso legislativo aún está en marcha y se espera que, una vez finalizado, se tome la decisión final sobre la emisión del euro digital.
Queda, por tanto, trabajo por hacer, pero el BCE está plenamente convencido del euro digital y sigue comprometido con avanzar de manera responsable y en colaboración con los actores clave del mercado y la legislación europea en el desarrollo de este proyecto. Esta apuesta decidida por el dinero público difiere radicalmente de la postura de Donald Trump, que se ha manifestado durante la campaña en contra de la creación de un dólar digital emitido por la Reserva Federal y que, por el contrario, ha abrazado a las criptomonedas privadas.
“Si soy elegido, impulsaré el uso de criptomonedas como una forma de dar más poder a las personas y menos al gobierno” o “Promoveré el uso de monedas digitales privadas, pero no quiero un dólar digital respaldado por el gobierno” son algunas de sus frases. No sabemos si este “criptopresidente” sólo iba de boquilla, condicionado por los intensos apoyos recibidos del mundo cripto, y ahora se retractará. O si lo harán retractarse, porque los contrapoderes en EEUU aún siguen funcionando.
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