Enrique Montiel
Esa música
El Alambique
Quedando un par de festejos por celebrarse en nuestra Plaza Real, se podría hacer un pequeño balance de este 60% de temporada que hemos vivido sin contar las clases prácticas y la novillada picada.
Solo voy a entrar a analizar, porque para mi hasta ahora, es lo más importante, los trofeos que se dan en nuestra plaza. Y lo voy a dar con datos, no escribo ni con el último calentón ni con el regusto de ninguna copa larga, escribo con datos y con ánimo de despertar ese orgullo portuense.
En las tres corridas de toros que llevamos hasta ahora, se han concedido un total de 18 orejas. Una media de seis orejas por corrida.
Nos vanagloriamos cuando decimos que nuestra Plaza Real es la Maestranza del verano; pues bien, atentos, en las 15 corridas de toros que se han dado en Sevilla este año, se cortaron un total de 34 orejas. Una media de 2,26 orejas por corrida.
Con estas cifras, en el hipotético caso de que en el Puerto se diesen los mismos festejos que en Sevilla, siguiendo la media que llevamos, podríamos hablar de 90 orejas cortadas a final de temporada.
Algo falla paisanos; en nuestra Plaza los trofeos se regalan. No me digas que la categoría influye. Estamos hablando de criterio, tanto de la presidencia como del que ocupa una localidad en los tendidos. Según el Reglamento Taurino, la primera oreja se concederá por el presidente a petición mayoritaria del público y la segunda, de la misma res, será propia decisión del presidente teniendo en cuenta la petición, condiciones de la res, la buena dirección de la lidia en todos los tercios, la faena realizada tanto con el capote como con la muleta y, fundamentalmente, la estocada.
Si no hay una primera, no podrá haber una segunda; por lo cual, los primeros que deben dar esa categoría que muchos reclamamos están en los tendidos.
Ni por asomo me considero un buen aficionado, pero si un enamorado de las tradiciones y de la historia de nuestro Puerto.
Honremos con criterio la frase de Joselito el Gallo, que algunos ya la pronunciamos con cierto recelo y cariño hacia el pasado; hagámosla de nuevo presente.
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