Un final feliz

Náufrago en la isla

Me provoca curiosidad saber cuál habrá sido el mecanismo 'mental' de estos pájaros para 'decidir' en un momento dado no insistir en su idea de fabricar su artesanal domicilio, y qué 'pensarán' de las maniobras de ese anfitrión desagradable que se empeñaba en destruir su obra una y otra vez

19 de agosto 2024 - 06:00

Al final, se fueron. La pareja de tórtolas que intentó anidar en mi patio, sobre la viga y bajo la protección del techado, ha desaparecido aunque creo que no del todo, puesto que escucho un poco más lejos su arrullo pautado. Tal vez han encontrado un lugar más propicio o unos vecinos un poco más hospitalarios.

Durante unos días se mantuvo la batalla incruenta entre su obstinación en colocar varias ramitas y la mía en retirarlas, hasta que una jornada entera la viga apareció sin ocupar y así se ha mantenido. En ese lapso de tiempo, los habitantes de esta unifamiliar nos hemos debatido entre nuestro lado urbano y nuestro lado naturalista, ese que no suele salir triunfante. Tampoco en esta ocasión.

El desenlace, aunque muy poco franciscano, nos ha dejado satisfechos. Algunos amigos bienintencionados en estos días, nos han dado consejos. Uno: "Esos bichos no hace falta protegerlos, ni están amenazados de extinción, todo lo contrario. Si dejas que aniden te van a colonizar". Otro, más científico: "En tu ecuación tienes que meter como un elemento más el saber si se trata de tórtola europea o turca", y me aportaba documentación para saber que la extranjera estaba colonizando el país de manera exitosa mientras que la autóctona estaba en regresión.

Así pude saber que la pareja era efectivamente turca de ascendencia aunque perfectamente adaptada desde hace muchas generaciones. Y este dato, esperemos que no inconscientemente xenófobo, me tranquilizó tras mi acción destructora de nidos. De momento, no tendré aves cantoras en mi patio, pero tampoco la basura y las molestias que ocasiona la vida salvaje.

Me provoca curiosidad saber cuál habrá sido el mecanismo 'mental' de estos pájaros para 'decidir' en un momento dado no insistir en su idea de fabricar su artesanal domicilio, y qué 'pensarán' de las maniobras de ese anfitrión desagradable que se empeñaba en destruir su obra una y otra vez. ¿Dedicarán parte de sus arrullos actuales a ‘criticar’ esa actitud inhospitalaria, o visto cómo están las cosas, dirán que incluso se pueden llamar dichosas porque no les disparé?

Sea como sea, he logrado calmar mi conciencia ya que, mientras escribo esto, aún parecen saludarme con su insistente 'hu-huuu-huu' desde donde sea que hayan podido establecer su hogar.

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