Qué saber sobre la financiación de defensa

Tribuna Económica

25 de marzo 2025 - 03:59

LA defensa es muy costosa, y representa el 2% del producto en la UE; España invierte el 1,3%, y de equipararse, esas siete décimas supondrían 11.000 millones anuales. Pero la defensa europea es débil, y como ejemplo, sólo hay una empresa europea BAE Systems entre las 10 más grandes del mundo, liga en la que juega Rusia con su conglomerado Rostec. Sabemos también que cualquier aumento del déficit público sube el tipo de la deuda, por lo que alguien tiene que pagar la nueva defensa; en principio habría que equilibrarla con impuestos, no sobre la renta, sino sobre grandísimos patrimonios, herencias, y rentas del capital, que soportan una presión fiscal mínima. Economistas como Banerjee, Duflo, Kremer, Stiglitz, Milanovic, Emmanuel Saez, por citar los más sólidos -y el grupo conservador The Economist en una extraña toma de posición-, abordan la insoportable concentración de riqueza, lo que casa con los datos de Piketty y Zucman de cómo en épocas de guerra se ha recurrido normalmente a la recaudación sobre grandes capitales.

La financiación de las empresas no es una dificultad, de hecho Indra sube en bolsa el 60% en seis meses, ampliando capacidades con la compra de Hispasat. Y, por ejemplo, la alemana Rheinmetall, duplica el precio de la acción en un año, cuando reciben tantos pedidos como en 15 años. Desde las instituciones europeas se puede financiar a tipos bajos, limitar el riesgo de los créditos bancarios, y dar condiciones fiscales favorables a las emisiones de deuda, como se hizo en su día con las autopistas. Por otra parte, el nuevo sentimiento político, las expectativas de beneficios, y mejoras regulatorias, cambia la percepción de gestores de fondos sostenibles, que rechazaban este tipo de inversiones.

Este periódico se hacía eco recientemente, a propósito de un informe de la consultora PwC, de la actividad de 79 empresas andaluzas relacionadas con defensa. En España hay 543 empresas potenciales suministradoras del Estado en defensa, y sería necesario analizar qué hacen, cómo compiten y se complementan, y cómo se sitúan en las cadenas de producción. Hay que tener en cuenta que los ingresos de las principales empresas europeas del sector provienen entre el 30% y 65% del Estado, y montan su estrategia a partir de contratos públicos. En US hay sólo 5 conglomerados que suministran material de defensa al gobierno, pero compañías como Palantir de seguridad y datos, dependen del presupuesto, como ocurre con SpaceX en satélites y comunicaciones; el problema es la corrupción que se extiende en US con un descaro y rapidez inconcebible, y el comportamiento de los mayores accionistas, pues en lo que va de año Alex Karp, aprovechando el momento, ha vendido ya 2 mil millones de dólares de sus acciones de Palantir, al igual que otros ejecutivos.

En suma, un sector que nace de fondos públicos, y desarrolla una tecnología valiosísima, sería justo que la revirtiera a la sociedad con una distribución equitativa. Pero esto es sólo un buen deseo, pues la experiencia muestra cómo las tecnologías más valiosas de defensa: información, comunicación, ingeniería, han acabado explotadas comercialmente y aplicadas a veces a actividades de utilidad dudosa, o a la desinformación en redes sociales.

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