El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Tribuna libre
Un año más conmemoramos el Día Internacional de los Derechos Humanos. Una y otra vez hemos venido denunciando sus reiteradas vulneraciones y reivindicando su observancia. Una y otra vez hemos señalado el discurso vacío de tantos políticos que jaleaban los derechos humanos en tanto los incumplían sistemáticamente.
Pero al menos aquel discurso hipócrita tenía la virtud de situarse en el marco del reconocimiento de que existían valores que era inexcusable respetar y promocionar. Lamentablemente de hace un tiempo para acá adquieren fuerza en todo el mundo -y en España como vimos en las últimas elecciones- partidos y personajes que vienen a plantear abiertamente que los derechos humanos son en gran medida un "invento progre" que incluso es conveniente ignorar.
Estas fuerzas y personajes usan como palanca los instrumentos democráticos para denostarlos. Pueden inclusive reivindicarse de la democracia, pero de una democracia profundamente autoritaria, de ideas intolerantes y discriminatorias, de rancio integrismo católico o directamente franquista y extendiendo un peligroso discurso de odio hacia las mujeres que luchan por la igualdad y hacia aquellas personas que tienen opciones diferentes, proceden de países distintos o simplemente son pobres.
Pero esa democracia limitada no es tal democracia. Si la igualdad y la libertad son cuestionadas se impugnan los fundamentos mismos del estado de derecho. Se impugna la propia Constitución que en su art. 10 establece que "las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos".
Pero no son sólo discursos e ideología. Desde que la derecha apoyada por la ultraderecha ha llegado al gobierno de algunas comunidades, están empezando a destruir de forma sistemática toda la arquitectura de protección, particularmente de los derechos sociales, pero también de los derechos civiles y democráticos y los modestos avances producidos en la lucha contra el cambio climático.
Es verdad que las políticas frente a la crisis y aquellos que prefirieron servir al sistema financiero y a las clases poderosas, ya habían dejado ese sistema de protección de los derechos enormemente deteriorado de forma absolutamente irresponsable. Sólo que ahora se profundiza el deterioro y se acompaña de un ataque sin precedentes a los valores de libertad e igualdad.
De alguna forma entre discursos de odio, adhesiones en forma de votos e indiferencia y políticas destructoras de los gobiernos de la ultraderecha, los valores en los que se pretendía fundamentar nuestra democracia pueden acabar en la basura, con el peligro de que allí termine arrojada también la democracia misma.
Desde luego, es posible evitarlo. Hay que evitarlo. Pero no dependerá sólo de los partidos políticos, tal vez ni principalmente de ellos. Va a depender sobre todo de que la ciudadanía está alerta y activada contra el discurso de la intolerancia y del odio, y por demás comprometida y movilizada en la defensa de los derechos que tanto costó conseguir.
La conmemoración del día de los derechos humanos hoy 10 de diciembre es una oportuna ocasión para plasmar esa voluntad de compromiso y movilización ciudadana, como han hecho setenta y cuatro organizaciones y colectivos de la más amplia diversidad que se suman hoy a la Marcha Cívica que ha organizado la APDHA.
Sí, saldremos a la calle para reivindicar el derecho a la salud y la educación, el derecho a tener un mínimo para vivir dignamente, el derecho a trabajar y tener futuro, el derecho a disponer de un techo y de una vivienda digna, el derecho a un planeta habitable sin esta terrible emergencia climática, el derecho a tener derechos cuando no has nacido aquí, el irrenunciable derecho a la igualdad entre hombres y mujeres, el derecho a ser diferentes pero a ser tratados como iguales… el derecho, también, a una sociedad realmente democrática, en la que el hermoso lema de libertad, igualdad y fraternidad sea una realidad.
Todos los derechos para todas las personas. El 10 de diciembre es un excelente momento para salir a la calle y reivindicarlo.
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