Manuel Amaya Zulueta

Gloriosito

El pálpito amarillo

04 de septiembre 2024 - 03:03

Porqueen SEGUNDA no se puede ser glorioso. Lo siento en el ánima. Porque residir en segunda no conlleva ninguna gloria. Porque estar en segunda es un accidente, o debe serlo y lo es para el Glorioso, o, si quieren, peor: una desgracia, una ruina. El cuarto oscuro adonde nos mandaban de chicos si cometíamos algún dislate, algún disparate. Verbigracia: no hacer la tarea casi nunca, echar trescientos chapones en la caligrafía, mangarle las papas fritas de la cena al Caque, mi tío político, el capitán de corbeta o de fragata, nunca lo supe, leer a Homero en lugar de dividir por tres, o por cuatro, pues a las monjas les importaba poco añadir numeritos al divisor. O hacer cochinitas con la última nena que llegó en la última visita a la casa de la calle Sagasta. Resumiendo: No resulta ninguna gloria estar en el Purgatorio de la Segunda división. Si no, díganme cómo llamar al partido del Casi-nada-glorioso hasta que llegó el penalti marcado por el resucitado Fernández. Yo lo llamo martirio. O mamarracho. Por ponerle sustantivos jugosos.

A partir del penalti el Estadio Carranza vibró. Miren, amarillos, oigan: nos conformamos con poco. Con meter un penalti ya nos ponemos cachondos, aunque sigamos perdiendo. Pedimos tan poco. Queremos tanto al Cádiz que perdiendo ½ nos ponemos contentos. Locos. Y cuando la sorpresa que fue Mwepu, o como se llame, que por nervio, por coraje, por testosterona, metía el segundo, ya ardía la grada. Cualquier cosita que haga la grey amarilla nos mete fuego en el cuerpo, aflojar los problemas de toda la semana, aumentar la linda serotonina.

Somos así. Todos, yo también. Entonces nos acordamos del daño enorme que supuso la anulación del golazo de Ocampos, esta vez un poquito soso el uruguayo; pero sigue siendo el mejón, como dice uno de un pueblo cercano. Lo cual no es difícil en este Exglorioso. Qué pedazo de chicharro. Un gol así no se puede anular. Es que la pelota salió por el córner, decían al bajar la peligrosísima escalera de tribuna. Es que estaba fuera-juego, señalaba mi querido primo Enrique, a quien no veía desde el Movimiento. Me da igual. Un respeto para la belleza, porque el gol fue un bellezón.

Es una felonía a la fina artesanía del balompié. ¿No es verdad? Lástima no lo repita más tan buen pelotero. Lo he visto en la tele y hay que hilar finísimo para aceptar un fuera de juego.

Volviendo a realidades cercanas, decir que el Tenerife no es nada del otro mundo, que si no le ganamos, incluso con holgura, a equipos como éste, la sombra de la Tercera (yo la llamo así, a la antigua) cubre a esta plantilla hecha -por decir algo- de cualquier manera, en la que más quien más brilló fue un africano, que según se decía en el palco de ASISA, provenía del modesto y simpático Atlético Sanluqueño de Cala. Piensen lo que acaban de leer: del modesto Sanluqueño nos mandan a uno que nos hace ganar un muy insuficiente punto. Es increíble, verdad. Viva Vizcaíno.

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