Antonio Morillo Crespo

Hablemos de Dios

La Corredera

05 de julio 2024 - 03:04

No sé qué filósofo español se declaraba ateo, siempre, siempre. Pero le llegó su última hora y en la misma cama ya moribundo, le dijo muy serio a sus acompañantes: “Vamos a rezar un padrenuestro, por si acaso”. Yo sé que hay mucha gente no creyente, más aún: ¿quién no ha tenido dudas sobre la existencia de Dios o no? En pura lógica hay muchos argumentos para fundamentar estos pensamientos.

Leo historia, es mi pasión... y he visto que todos los pueblos desde la más lejana época han tenido una religión y por deducción un dios. Hititas, sumerios, arameos, egipcios, chinos, indios americanos, griegos, romanos, cartagineses… lista interminable. Desde Isis, a Buda, a Alá, a Júpiter, a... Y, por supuesto al Dios de Israel y a nuestro Jesucristo.

Pero ¿quién hizo el mundo? ¿Quién ha creado las miles de galaxias, y cada galaxia con millones de estrellas, y cada estrella con varios planetas rodeándola? ¿Se ha hecho todo solo? Tú, en la soledad del campo, te echas en el suelo y miras al cielo. Por supuesto, en un sitio donde no haya luz alguna, solo la oscuridad de la noche. Miras y miras y te quedas absorto contemplando la Osa Mayor, el llamado camino de Santiago, la Osa Menor y tantas y tantas estrellas que se pierden a Poniente y a Levante. Yo siempre digo que tiene que haber ¡por narices! otros muchísimos planetas similares a la Tierra, porque es imposible que seamos en esta infinidad, que seamos excepción, que estemos solos. Deduzco que quien hizo toda esta maravilla, no hizo unos tan lejos de otros para que no nos contaminemos, porque si aquí solos en nuestra larga historia siempre ha habido guerras; si estuviéramos cerca de otro planeta también llevaríamos el odio, la pugna y la crueldad.

Yo me imagino que Dios es como un Sol que irradia a todo el cosmos y se manifiesta a todo ser humano de distinta manera. Pero, ¡qué grande y poderoso tiene que ser Dios para poder tener presente a millones y millones de seres! ¿Cómo se puede enterar cuando en la soledad de la noche asomado a mi balcón le dirijo un mirada? De esa inmensidad a lo pequeño, a lo singular. Siempre me acuerdo de aquel que llamaban José, un anciano solitario que no tenía amigos, ni familia, ni nada de nada. José cuando pasaba por una Iglesia entraba, se sentaba en el último banco y decía: “Dios, aquí está José”. Y allí se quedaba en silencio un buen rato. Y al terminar se marchaba con el corazón lleno.

La inmortalidad del alma es un consuelo que tenemos los humanos: no terminaremos la vida cuando fallezcamos, nuestra alma irá allá arriba, no sabemos dónde está, pero no desaparecerá con el resto de nuestro cuerpo. Y lo más grandioso: estaremos con Dios y con nuestros seres queridos, padres, abuelos, hijos, amigos...Lo que hace falta para lograr esto es no vivir con mala leche, ser buena gente, no hay que ser santo, opino yo, sino ser bueno y generoso con los demás. No ser egoísta, ni granuja, sino buena persona.

P/D. Es difícil hablar de Dios. Yo me he atrevido. ¿Crees que he metido la pata? Como colofón, un comentario jocoso. Decían: “Qué arte tuvo Dios para de la costilla de un hombre como Adán hacer una mujer bella como Eva”

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