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El Alambique
Rafael Morro
Hernán, último conquistador
La ciudad lloraba a principios de semana por la partida de Hernán Díaz Cortés, alcalde de un tiempo en que gobernar significaba encarar desafíos con la valentía de un torero y la audacia de un aventurero sin manual. Desde 1991 hasta 2006, su mandato fue una tragicomedia de acciones impulsivas, obras monumentales y polémicas que hicieron temblar las viejas estructuras del poder. Con prepotencia y carisma, se ganó tanto aplausos como severas críticas, dejando en cada obra urbanística la marca indeleble de su voluntad irreverente, al igual que su homónimo histórico Hernán Cortés, el conquistador que transformó imperios.
Entre sus virtudes destacó que jamás temía rodearse de un equipo de personas más inteligentes que él, sin miedo a perder su sitio. Esa audacia, lejos de evidenciar mediocridad, fue quizá el secreto de su éxito, un auténtico liderazgo difícil de encontrar en estos tiempos, aunque irónicamente algunos supieron capitalizar su carisma y el tirón que ejercía sobre las masas, aprovechándose de ello hasta el día de hoy.
El episodio de la rosa destrozada se volvió leyenda, un gesto simbólico que desató tormentas políticas y forzó pactos, desembocando en trasvases de candidatos que perduran en la actualidad. Más allá de condenas y juicios por prevaricación, el legado de Hernán Díaz vive en la silueta de la remodelación del Puerto y en cada calle que murmura historias de contrastes. Su figura se erigió como el epítome de una gestión audaz, donde pasión y controversia se entrelazaron con gloria y descalabro.
En sus últimos años, se le veía recorrer las avenidas que ayudó a forjar, como un hombre que, tras dejar su impronta en la ciudad, observaba desde la distancia el legado de sus acciones. Para sus seguidores, fue un líder inspirador y conquistador; para sus detractores, un soberbio que confundía mandato popular con autocracia. Entre luces y sombras, su huella quedó indeleble en la memoria del Puerto.
Al despedir a este ilustre personaje, queda pendiente un libro titulado “El Alcalde” que narre toda esta historia. Como solía decir nuestro paisano Pedro Muñoz Seca, “la política, además de un chanchullo, es un arte incompleto hasta que alguien se atreva a plasmar sus matices”. La política portuense aún tiene mucho por contar sobre un hombre que, con aciertos y errores, cambió el rumbo de nuestra ciudad. Descanse en paz, Hernán Díaz Cortés. Tu leyenda perdurará en cada rincón de El Puerto.
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