Montiel de Arnáiz
Armario Returns
En pocos años Javier Bey Baizán se hizo un sitio en la ciudad. Con mucha modestia, muchas ganas de gustar, muchas ganar de participar y construir, ayudar a construir el gran edificio flamenco que otros habían iniciado. Encontró en Carmen La Shica la pareja perfecta. Una mujer con ganas de verdad de estar ahí, hacerse un sitio en la canción y en el flamenco. Les seguí la pista desde el principio y vi como iban creciendo como artistas sin poner cara de soy el mejor del mundo. Antes al contrario, iban a todas partes, se esforzaban igual aquí que allí, cobrando o sin cobrar. Javier tenía una ventaja sobre otros: era músico. Bueno, músicos son -y eran- todos. Los guitarristas, los percusionistas, los cantaores y las cantaoras. La Isla Ciudad Flamenca, el invento de Lolo Picardo y Chico Javier, y más, todos los que conformaron La Fragua, se hizo con estos músicos aficionados, que querían seguir siéndolo, y quienes aspiraban a la profesionalidad… en lo posible. Así veía yo a Carmen y Javier, cada vez más arriba, con más ideas y más estudios, más dominio del flamenco. Sí, Javier era músico de la Banda de Infantería de Marina. Con una gran vocación por el flamenco y la canción. Había comprendido desde el principio que el flamenco es, sobre todo, música, una música iniciática, honda, antigua, profunda y distinta. De ahí su acercamiento, de ahí su dominio. Sé que estoy hablando de lo que hemos perdido y no de la imagen del hombre de cara franca que nos sonríe desde las fotografías que pueblan estos días las redes sociales y recogen -como un pañuelo- las lágrimas de muchos y el dolor de todos. Profundo, hondo pesar he leído que han titulado los periódicos digitales. San Fernando llora, tituló nuestro Antonio Zambonino. Con toda razón. De improviso, con sólo 54 años de edad, Javier Bey Baizán ha partido al viaje definitivo del que no se vuelve sino el último día. Deja un hueco difícil de llenar, no me cabe duda. También fue un manantial de ideas, un espíritu inquieto, emprendedor, brillante. Lo que se dice una gran pérdida su inesperada desaparición. Y en estas fechas tan señaladas, estas fiesta que hacen inolvidable las pérdidas que lo son por sí mismas. Sí, organizad ya el Homenaje del Flamenco de la Isla a Javier Bey Bazán y que su nombre no abandone la ciudad en donde desarrolló una gran carrera artística junto a Carmen Shica, a quién también habría que darle las condolencias, junto a su familia y sus más allegados. Como pocos sabe ella la pérdida que supone la muerte de Javier.
Descansa en paz, amigo.
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