Islas de felicidad

Si el objetivo del antiguo viajero y explorador era hallar civilizaciones desconocidas y experiencias diferentes, el plan del moderno trotamundos es descubrir islas en las que ir a la playa sea solamente eso

Un final feliz

02 de septiembre 2024 - 09:17

San Fernando/Mientras la multitud despide el verano con un cierto punto de pesar, y la ciudad celebra eventos para decir ‘hasta luego’ al sol en la playa, yo vuelvo a mi costumbre de décadas de recibir el comienzo de curso con alegría. Cuando para la inmensa mayoría la vuelta al cole era un retorno pesaroso a la ruina, desde hace años, la proximidad del mes de septiembre y los escaparates anunciando uniformes y libros convocaba una sonrisa en nuestros rostros y una tranquila alegría en nuestras almas deseosas de vacaciones.

Éramos entonces la minoría que se tomaba el ansiado permiso laboral en esa antaño tranquila transición entre el verano y el otoño, habiendo soportado en el tajo el calor y otros bochornos, sí, pero con la recompensa postrera de las estancias no masificadas y los precios menguantes, promesas de un estío languideciente y acogedor.

Ahora ya no es tan así, la temporada turística se ha alargado hasta bien entrada la estación de las hojas caducas, y es difícil encontrar un destino en el que no reinen el bullicio, el gentío y esas otras malas maneras de pasar las vacaciones. Aun así, continuamos a la búsqueda de esos refugios cada vez más difíciles de encontrar, esos lugares en los que felizmente descubres una y otra vez que calma no es sinónimo de aburrimiento sino todo lo contrario.

Si el objetivo del antiguo viajero y explorador era hallar civilizaciones desconocidas y experiencias diferentes, el plan del moderno trotamundos es descubrir islas en las que ir a la playa sea solamente eso, y no se considere necesaria la música ambiental ni los juegos náuticos; toparse con pueblos sin tiendas multinacionales, y calles en las que los restaurantes no ofrezcan igualatoriamente la mayonesa de kimchi; tal vez asombrarse con algún yacimiento arqueológico de los que el nombre ni te suena; y, por supuesto, reposar en plazas en las que disfrutar de la compañía que llevabas y de la que te encuentres en algunas hermosas coincidencias.

Todo este largo prólogo es para desearles que disfruten de estas vacaciones que se tomarán ustedes de mí, y que a la vuelta hayan encontrado tanto disfrute como espero hallar yo en esas islas que ustedes imaginan.

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