Pablo-Manuel Durio
IU Cádiz, camino de la independencia
El tiempo de la unidad de la izquierda en Cádiz parece haberse agotado. La confluencia ahora llamada Adelante Izquierda Gaditana da síntomas cada vez más evidentes de desgaste, de fin de ciclo, de ruptura entre unas ideas y otras, o entre unos intereses y otros. Algo que no es nada nuevo, que siempre existió desde que en 2015 decidieron asociarse la entonces Por Cádiz Sí Se Puede (bajo el paraguas de Podemos) y una incipiente Ganar Cádiz en Común donde ya figuraba Izquierda Unida.
Efectivamente, el hecho ahora conocido de que IU está en contra del plan que el gobierno de Kichi al que pertenecía acordó con Zona Franca para el entorno de Navalips es cuanto menos llamativo. Pero peor es aún saber que el entonces concejal de Urbanismo (Martín Vila) siempre estuvo en contra de ese convenio e incluso intentó que nunca saliera adelante. Es decir, que el alcalde negoció y acordó una operación que su responsable de Urbanismo no apoyaba, aunque la cercanía de las elecciones entonces provocara un silencio que ahora se ha roto.
Este escenario hace saltar por los aires de manera definitiva una relación, la de IU y el artefacto político de Kichi (primero al amparo de Podemos, luego como Adelante en sus diferentes nombres), que siempre ha sido complicada porque las políticas que defendían y querían poner en práctica unos no eran apoyadas por los otros. Y viceversa.
Ahí están en la hemeroteca casos que se han conocido de ese divorcio político y de gestión, como la polémica de las terrazas en la que el alcalde quiso desautorizar a Vila para evitar el cumplimiento de la normativa que previamente sí había apoyado; o la de un presupuesto, el de 2022, que sacó a la luz que apenas había comunicación entre un bloque y otro de ese pacto político que bajo las siglas de Adelante Cádiz operó al frente del Ayuntamiento entre 2019 y 2023. De hecho, es sabido que los concejales más cercanos a Kichi funcionaban de manera independiente al trabajo que hacía el otro bloque político donde se encuadraban Vila o Eva Tubío, entre otros.
Más allá de esta falta de entendimiento entre Kichi y Vila, absolutamente patente y ratificada ahora con la polémica sobre el convenio de Navalips, lo cierto es que Izquierda Unida viene dando síntomas desde el inicio del actual mandato de cierta incomodidad dentro de Adelante Izquierda Gaditana; como si el discurso, los temas que preocupan y la deriva de esa formación de siglas de izquierdas no terminara de convencer a IU, que periódicamente tiene la necesidad de desmarcarse del grupo municipal y pronunciarse de manera individual sobre temas o polémicas de la gestión municipal. Entre otras cosas, porque dentro de esa amalgama de siglas IU ha quedado cada vez más escondido, más desaparecido, con menos voz; y eso se antoja complicado para un partido con presencia a nivel estatal y con estructuras aparentemente mucho más sólidas y resistentes que las que muestran el resto de grupúsculos agrupados bajo las siglas AIG.
Ese desmarque constante, como si IU fuera un verso suelto dentro de Adelante, viene siendo habitual desde que Bruno García llegó a la Alcaldía; y ahora, con este último ‘descubrimiento’ sobre su rechazo a Navalips, hace más evidente el distanciamiento, queriendo marcar además públicamente esas diferencias con sus socios.
Por tanto, cada vez parece más evidente que IU está preparando el terreno, su terreno, para recuperar la presencia de estas siglas en las urnas en las próximas elecciones municipales, que deberán celebrarse en el año 2027. De este modo, la formación más antigua de las que forman el bloque de Adelante se desmarcaría de AIG y también, a priori, de ese otro bloque de partidos y entidades que forman Ganar Cádiz en Común, donde el partido de Martín Vila sí parece estar algo más cómodo que dentro de Adelante.
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