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Recién acabada la mini programación taurina de Jerez con motivo de la Feria del Caballo, lo que más me ha sorprendido, desde el punto de vista sociológico, ha sido ver a tantos jóvenes en la plaza de la calle Circo disfrutando este año de las corridas de toros. Ocupar la última fila de la grada cuatro del coso jerezano posibilitaba una visión perfecta a muchos metros a la redonda. Conclusión: muchos chavales ocupando las localidades allá por donde uno ponía la vista. Concretamente, en la grada a la que hago alusión, era amplia mayoría los jóvenes que habitaban las localidades. Y todo ello sin contar con los abonos vendidos gracias a la labor de la Juventud Taurina de Jerez que este año creo que en un suspiro han conseguido colocar hasta doscientos cuarenta y cinco abonos en una grada de sol.
Esta circunstancia me ha inspirado para escribir este artículo no para reivindicar, sino más bien para sentenciar que la Fiesta de los Toros, le pese a quien le pese, goza de un magnífico estado de salud. La juventud es el futuro y si nos ceñimos a lo que hemos podido ver este año en Jerez —todo ello son contar con que este fenómeno es algo que viene ocurriendo desde hace algunos años para acá— el futuro de los toros es envidiable. No pudieron con ella ni sumos pontífices ni tampoco intelectuales. Y si las embestidas han sido muy descompuestas en algunos momentos de la historia y la Fiesta ha salido para adelante, no lo iba a ser menos en esta ocasión, sobre todo por el ‘nivelito’ de quienes nos gobiernan e intentan imponer el pensamiento único en un ataque de intolerancia al decir que la pelota es suya y, de esta forma, quitándonos el Premio Nacional de Tauromaquia.
Todos sabemos que basta que nos prohíban algo para acudir con más ahínco a aquello que nos pretenden sustraer. La juventud, que siempre ha sido contestaria y que le encanta posicionarse en el lado más rebelde, ha encontrado en los toros un nicho de decir, con tan solo su presencia en los tendidos, que no está dispuesta a tragar con ruedas de molino. Han sido tantos los jóvenes que han venido a los toros a Jerez que ya no les vale tildarnos de casposos y pertenecientes a otra época. Los toros son tendencia.
Gracias a las líneas políticas que nuestros gobernantes pretenden llevar a cabo en materia taurina, la Fiesta de los Toros goza de una salud envidiable con tres cuartos de entrada en los rejones y dos llenazos en las corridas de a pie. Deberíamos de plantearnos hacerle un homenaje al ministro de Cultura. Un tal Ernest Urtasun que con un gesto de desprecio a la cultura taurina ha logrado abrirles las puertas a nuestros jóvenes para acudir, con puro incluido, a las corridas de toros. No hay mal que por bien no venga. Y parafraseando al mayoral de la ganadería de La Palmosilla en un coloquio del que disfrutamos hace pocas jornadas en ‘De Sal y Oro’ en El Puerto, “a la tauromaquia no le hace falta premios. Lo que necesitamos es que nos dejen en paz”. Exacto. Que nos dejen en paz con nuestros jóvenes en los toros. Ellos serán el futuro para que nuestra cultura taurina no decaiga. Y ya les adelanto que en esta ocasión tampoco sucederá por mucha inquina que le pongan.
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