Jugando a ser dioses

El Alambique

22 de febrero 2025 - 07:00

Mi madre me mandó tender un barreño de ropa a la azotea. Por la escalera me encontré con una avispa arrastrándose sobre un escalón, incapaz de alzar el vuelo. Las avispas pican. Eso se aprende pronto. Pero no quise dejarla morir y opté por soltar el barreño y, con una pinza de madera, sujetarla de un ala y llevarla hasta el patinillo donde mi abuela cuidaba sus macetas. La dejé sobre una hoja y al poco revoloteó.

Corrí a tender mientras oía la voz pasmada de alguien proclamando: esta niña es tonta. Y sin embargo yo me sentía contenta por evitar la muerte inútil. Por haber tenido el pequeño poder de decidir su suerte. Me daba igual lo que dijeran. Hacerlo me tranquilizó.

En las conversaciones de paz se especula sobre la conveniencia de que esta se implante porque aún quedan gobiernos que no aceptan a los que tienen el poder. Tampoco faltan tambaleos de los idealistas que intentan convencer con palabras. ¿Ignoran los intereses que hay tras las ventas de armamentos, la explotación de terrenos buscando nuevas riquezas o la destrucción de la naturaleza en nombre del bienestar? La balanza mundial sigue ladeándose al platillo de los intereses ocultos de los poderosos, mientras que el otro sostiene a miles de inocentes.

Inocentes como esa primera niña de Mariupol a la que bombardeos rusos sesgaron la vida. Inocentes como los que disfrutaban cerca de la franja de Gaza y fueron castigados por los dioses del odio intenso y del fanatismo. Inocentes como los que siguen en su empeño vengador, derramando bombas sobre hospitales y guarderías. Sobre los que necesitan eliminar al contrario. Inocentes, padeciendo las maldades de los payasos que se creen que mandan, cuando la realidad es que están manipulados por ocultos y enormes capitales mundiales.

No hay justificación para que esto continúe. Pero sigue. Seguirá porque somos menos que insectos para los dueños del planeta.

Entretanto, ¿qué hacer?. “Rescatemos avispas”, aun a riesgo de que nos llamen chiflados. Trabajemos por un presente digno para todos. Por ideales como la paz, sin perder la esperanza en que un mundo mejor es posible.

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