Lecciones aprendidas

El desastre de Valencia nos ha sacudido. Nos han pasado por encima, arrasándonos, el miedo, el estupor, la desesperación y la tristeza. Un zarandeo inesperado y violento que ha acabado por hacernos despertar. Incluso quienes más se empeñaban en cerrar los ojos no han podido evitar ver lo evidente: que las amenazas de la naturaleza no se pueden tomar a la ligera, que no podemos ignorar el entorno ni jugar con él.

Parece que algo hemos aprendido. La decisión de esta semana de cerrar instalaciones municipales o suspender las clases en El Puerto apenas ha tenido contestación. Si esto hubiera ocurrido hace apenas un mes, al Ayuntamiento y a la Junta les habrían llovido las críticas: por exagerados, alarmistas, por paralizar la actividad sin razón… Sabiendo hoy que finalmente apenas se registraron incidencias, los reproches se habrían multiplicado.

Parece también que hay consistorios -como el de Sevilla- que comienzan a replantearse proyectos con los que se pretendían urbanizar zonas inundables. Con el recuerdo de la tragedia valenciana aún fresco, parece de sentido común lo que hace solo unos meses se tomaba por posturas extremistas.

Yo, con todo, no me confiaría. Me da la sensación de que, como los malos estudiantes, nos hemos dado un atracón el día antes del examen y tenemos muy frescos los conceptos, pero que la lección no ha calado.

Necesitamos repensar los protocolos de emergencia para que no haya vacilaciones, para que ninguna administración pueda pensárselo dos veces por miedo a que la tachen de alarmista, para que la ciudadanía sepa qué hacer en cada momento. Necesitamos repensar nuestro urbanismo, y no solo para evitar las construcciones en áreas que pueden quedar cualquier día sumergidas, sino también para mantener terrenos que sirvan de drenaje, vegetación que ayude a suavizar las temperaturas, para impedir las construcciones en primera línea de playa… en fin, para dejar de identificar un terreno sin ladrillo como una oportunidad perdida.

Hemos aprendido la lección, ahora nos tenemos que asegurar de no olvidarla.