Leyendas y Semana Santa

09 de abril 2025 - 06:00

Existen teorías conspirativas absurdas, muchas de ellas afectando a la Iglesia católica y, lo que se deduce en el fondo, siempre es la necesidad de creer, dilatando maldades, bondades, símbolos y mitos. Algunos buscando siempre la propia inmortalidad. Judas es uno de ellos. El apóstol que entregó a Jesús, para su muerte. Judas, natural de Kariot, hijo de Simón Iscariote, cuya leyenda le hace apropiarse del pan de los pobres, de haber yacido con su madre después de matar a su padre, -la maldad gota a gota lo va tiñendo- para que sea digno de perder su alma. Existe desde el siglo III, un Evangelio justificativo de Judas sobre Jesús y, el más curioso es el texto del Evangelio de Bernabé, que afirma que fue Judas y no Jesús, quien fue crucificado.

Nadie ha sido tan denigrado como Judas Iscariote, «el apóstol de Cristo, que lo vendió». Y se ha difamado de modo grotesco: genitales inmensos y asquerosos; evacuación llena de gusanos y pus; se mordía a sí mismo; este bruto negroide, judío falso, depravado, alevoso y perverso, pelirrojo, acaba, simbólicamente, en el fondo más bajo del Infierno de Dante. Aunque a mí me gusta más la leyenda afirmativa de su rechazo tanto del cielo, como del Infierno, y estar condenado, eternamente, a vagar por la tierra sin descanso, ni perdón. El profesor suizo Nils Rünenberg, hombre profundamente religioso, se empeñó en aclarar el enigma teológico de la traición de Judas, pero a la luz de las relaciones particulares entre el apóstol y Jesucristo. Los dos actos de traicionar al maestro, por ejemplo, señalar el lugar de sus sermones e identificar a Jesús no parecen tener mucho sentido. Los fariseos debían saber el lugar donde el profeta daba sus sermones y podían buscarle y detenerle sin las 30 monedas. Y más, después de haber derribado los puestos de cambistas en el templo. Por tanto, ¿para qué les hacía falta la intervención pagada de Judas? Otra contradicción está en el contraste entre los dos apóstoles, Judas y Pedro: Judas, el vilipendiado, lamentó haber traicionado a Jesús y, cierto, se suicidó mientras que Pedro, "el primero de "os apóstoles", aunque negó a Cristo rotundamente tres veces, nada, hizo sino llorar, cuando cantaba el gallo.

A Judas, en efigie, lo procesionan en Sevilla, besando a Cristo en la cofradía de la Redención y en San Fernando en la Cofradía del Prendimiento con el saco sicario de monedas en la mano.

Sin embargo Pilatos es santo, En el santoral etíope, el día 25 del mes de Sané (actualmente, el 25 de junio) se celebra su liturgia. La iglesia ortodoxa también incluye en su santoral a la esposa de Pilatos, santa Prócula.

Pero existe otra teoría conspirativa sobre la inmortalidad. Caín, al igual que Judas, el segundo en espíritu y el primero en cuerpo y alma, vive eternamente encerrado en una mazmorra vaticana, y destacan que su piel no envejece, y que su sangre tiene propiedades que permiten esa inmortalidad.

Sin embargo Cristo ha de morir. Por Judas, por Pilatos, en el atroz tormento de la cruz. Se me viene a la memoria la célebre aria de La Pasión según San Juan de Bach: Es ist vollbracht. Quizás, tras Judas, todo, esté consumado. Todo se ha consumado!/¡Oh consuelo para el alma que sufre!/La noche del dolor/me deja contar las últimas horas./El héroe de Judá/finalizó la batalla/y consiguió gran victoria

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