
Puente de Ureña
Rafael Duarte
Cosas de la Guerra (y III)
Adoro las horas previas al Miércoles de Ceniza. Con el inicio de la Cuaresma florece en mi corazón una alegría aumentada por la visión del maligno Dios Momo ardiendo en San Antonio. Es verdad que el populacho sigue carnavaleando, demostrando, por cierto, su falta de rigor histórico, pero ya están en mi terreno. Vosotros seguid orinando y ensuciando esta ciudad, pero la Cuaresma ha llegado. Veo vídeos de Venecia, como una patena de limpia, y las comparo con las imágenes de la plaza de la Catedral el domingo por la mañana y me dan ganas de llorar. Todavía había quien lamentaba que hubieran vallado la Seo gaditana ante la llegada de estos bárbaros. No, si te parece los dejamos hacer sus necesidades en la tumba de Manuel de Falla. Si supiera el insigne padre del Amor Brujo en lo que esta caterva ha convertido su teatro le daba un telele. Lo único que espero hoy es que la ceniza que grabe en mi frente la cruz de Cristo no provenga de alguno de ‘Los Calaíta’, estos zánganos de nuevo cuño que mi sobrino Anselmo me asegura han sido los grandes triunfadores de la fiesta de Don Carnal de este año. Ya ves tú el mérito que tendrá ser el líder espiritual de esta caterva. Que tenga cuidado el Calaíta este melenudo que el Carnaval perjudica seriamente la salud, y si no basta con mirar la lista de autores que nos han dejado en los últimos años. Igualito que nuestros obispos y cardenales, que, a pesar de la dura vida que llevan, cargando con los pecados de sus semejantes, duran más que un martillo en manteca.
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