Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Cádiz no es Colmar. De repente hemos pasado de tener una triste y oscura ciudad en la que el alumbrado de Navidad lucía por su ausencia, a querer convertir a Cádiz en un Vigo 2.0. A mi no me molestan esas luces siempre que las necesidades básicas de la ciudad estén todas cubiertas. Me chirría ver la pugna en la que se ha metido a la ciudad por conseguir que brille más que ninguna y que, a la vez, el concejal Pablo Otero esté buscando camas para alojar a las personas que van a pasar una Navidad más en la calle, sin techo. Unos lo hacen porque les da la gana, según dicen algunas teorías, pero otros se han visto desprovistos de su hogar, de su familia y de unos ingresos mínimos que les llevan a no entender de calendarios ni de luces navideñas. Puede sonar a demagogia, y puede que lo sea, pero dar pan y circo al pueblo para que se olvide de sus problemas nunca fue lo más acertado. Aunque, por desgracia, al gaditano nos gusta el circo más de la cuenta.
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