Un millón de votos adolescentes

Una iniciativa propugnada por Izquierda Unida a través del Ministerio de Juventud e Infancia pretende conseguir que los jóvenes de dieciséis años puedan ejercer el derecho al sufragio activo, es decir, a votar. Se ha acordado crear una comisión que hable con expertos y organizaciones para estudiar el asunto. Tengo la impresión de que la cuestión no va de considerar a nuestros adolescentes como adultos de pleno derecho, gente con las ideas claras, sino que los ven como un nicho de votos (en una dirección determinada). Intuyo que alguien habrá consultado encuestas sociológicas y hecho sus números, pero hay algo que sí me parece relevante.

Adolescencia viene del verbo adolecer: les falta algo. Experiencia, paciencia, sabiduría, un hervor. Pero está claro que a estas edades egoístas y egotistas lo importante es uno mismo. ¿A quién votarán? He leído por ahí que las chicas son mas de izquierdas y los chicos de ultraderecha (sic), al estar influenciados por los contenidos virtuales y de streaming. ¡Paparruchas!, que diría Scrooge. Estamos hablando de casi un millón de votantes más en las próximas elecciones. Y eso son muchos votos para repartir con el odioso sistema D'Hont.

Si acudimos a la vieja cita de Winston Churchill:"quien no es de izquierda de joven no tiene corazón. Quien no es de derecha de adulto no tiene cerebro". Podemos estar en desacuerdo con esta máxima, por descontado, pero esa sensación de que la juventud es mayoritariamente progresista y de izquierdas me parece acertada. Otra cosa es que se mantenga total o parcialmente así. Dependerá del sitio. Recuerdo mi experiencia como profesor de derecho en Algeciras, y los comentarios sobre temas controvertidos de muchos de mis alumnos. No sabría qué decir, la verdad.

La Constitución Española fija en su artículo doce la mayoría de edad de los españoles en los dieciocho años, edad que fue rebajada en 1978 desde los veintiuno. El artículo 317 y siguientes del Código Civil permiten emanciparse al individuo mayor de dieciséis años y, por otro lado, con esa misma edad se le permite casarse desde 2015 (antes, desde los catorce) así como mantener relaciones sexuales en el marco de la legalidad. Por otro lado, esos mismos jóvenes de dieciséis años pueden acceder al mercado laboral, tienen derecho a tomar píldoras anticonceptivas. Es decir, ¿una chica puede abortar, un chico puede jugar en un equipo de fútbol profesional y no tiene derecho a votar a Pedro Sánchez? Tiene su lógica.

Pensando en esta columna de opinión le pregunté a mi hijo, que está a punto de cumplir los dieciséis años, si vería bien poder votar en las próximas elecciones. Me dijo que no lo ve adecuado, porque con esa edad sus compañeros y él no saben de la vida y son inmaduros aún.

Me quedé a cuadros y casi me dieron ganas de rebatirle y darle el derecho a ejercer el sufragio manu militari, por la madurez demostrada.