Sé tú mismo

05 de octubre 2023 - 00:45

Para no escribir otro artículo ácido, pues ya me dicen que se me agrió el carácter (suele pasar cuando se deja el dulce de leche al solano y a la intemperie), vengo a derramar amor propio y aprecio ajeno, porque parte del proceso de esa intemperie es desconfiar un poco de qué, cómo y cuánto amor se da a los demás. Pues eso. Y ya que me aficioné a la lectura de artículos sobre psicología, recuperación de abusos narcisistas, alimento de la autoestima, y cómo regar la resiliencia para que no se chuchurra (como el dulce de leche), les hablaré de la más terrible de las sentencias, o el más complejo de los consejos, y es cuando alguien, con toda su bueno voluntad y mejor intención, ante tu crisis de inseguridad, pánico o ansiedad en una situación arriesgada en cualquier ámbito te espeta un “sé tú mismo”. No sé a ustedes, pero a mí no se me ocurre ser otra que yo, aunque no tenga ni idea de quién es esa que veo en el reflejo de los escaparates, y a lo mejor, no sé, si fuera un ratito como otra persona me liberaría de algún miedo que otro, o mucho mejor, siendo invisible. ¿Les ha ocurrido? Nadie se relaja cuando alguien le sugiere que calme los nervios, ni tampoco deja de darle vueltas a un asunto cuando de buen grado un amigo insta un “no le des más vueltas”. Será que nuestra condición de comportarnos como espíritus de la contradicción nos empuja a caer adrede cuando tenemos que mantener el equilibrio. Al igual que los ítems surrealistas para ser felices, en la misma línea afirmo que eso de ser nosotros mismos parece un imposible. Para ser uno mismo hay que atravesar un desierto de autoconocimiento, trabajo interior importante, meditar a diario, ir a terapia dos veces a la semana, tirar el móvil al váter (lo sé, la compulsividad en los selfies puede ayudar a verse y reconocerse), darle a la ayahuasca, a la fluoxetina, el lorazepam en tortilla, practicar yoga en la India (donde están los unos mismos esperando a ser encontrados) y plantar un árbol. Todo lo he probado, excepto lo de la ayahuasca (tó se andará)Ah, también la crianza es una forma de perder el sentido de la propia imagen física para ver cómo se es por dentro cuando se consigue dormir. No sé. Pero les aseguro que un poquito yo misma he llegado a ser últimamente en plena confusión, donde ni siquiera la vehemencia cariñosa de Enrique Montiel sobre mi talento literario conseguía animarme, y a lo mejor no me creen, pero he logrado esa seguridad, aunque sea fugaz, bailando. Por fin me decidí a llevar mi envergadura de pato mareado a la escuela Mango Habana, de la mano de mi amiga Julia y el profesor Eliecer. Y, ¡magia!, dejé que esa extraña que era yo en el espejo disfrutara libre de la música. Cuando llegué a casa me saludé, me reconocí y desde esa tarde, me caigo mejor.

stats