El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Un año mas nos toca hablar de las motos, del ruido infernal, del problema de aparcamiento para los que vivimos en el centro. Toca hablar de los cortes de calles, de motos en las aceras, de señores y de niñatos, de gente de pasta y tiesos de litrona.
Toca hablar de lo mal que lo hacen, como siempre, por el descontrol del plan de seguridad, que para algunos jamás es el oportuno, por los desmanes de cuatro o cuatrocientos gatos.
Toca hablar de la ocupación, de los pisos turísticos, de los caraduras que se van sin pagar. Toca hablar de gente disfrazada que se pasea con el casco colgado del codo y la vespino. En fin, la misma rutina de todos los años, con los mismos amantes que detractores, con las mismas sonrisas por las cajas, y la envidia malsana por no tener nada que alquilar o el bar en una zona alejada.
Un año más, y la Ribera, la eterna Ribera, con el mejor adorno posible, un pedazo de paseo que se puede disfrutar, escaparate de una ciudad con cuatro maderas podridas que hace mucho, mucho tiempo, fue un medio de transporte.
Quienes vengan a disfrutar de la ciudad, quienes vengan a quemarla, o quienes simplemente vengan a ver el ambiente, de seguro que tomaran el nuevo camino del río. Y no me cabe la menor duda que se preguntarán qué hace ese amasijo de maderas podridas en medio de la opulencia.
Algunos dirán que eso es lo que queda del Vaporcito, y con lágrimas en los ojos entonarán el canto de Paco Alba, aunque jamás en su vida supieran lo que fue viajar en él. Yo, sin embargo, puedo decir que un día Pepe me dijo que cogiera el timón, era amigo de mi abuela, le dije que a mi no me gustaban los barcos, aunque con la edad me encantaba montarme y llegar a Cádiz para simplemente volver.
La realidad es la que es, y me temo que algún señor del casco borracho quiera hacerse el gracioso, y tengamos una desgracia, o bien con el ruido de los motores, las maderas colapsen y descanse, por fin, para siempre. El caso es que entre medios de transportes anda el juego, y aunque nada tengan que ver, en días de gran afluencia me pregunto… ¿es necesario seguir viendo esa agonía?
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