Esa música

22 de diciembre 2024 - 06:00

Suena en todas partes, esta música. Cantan números y ponen euros en cada canto. Desde toda la vida lo cantan los jóvenes del Colegio de San Ildefonso, de Madrid. Era el primer día de vacaciones escolares de aquellos días fríos, en la radio sonaba la retransmisión de la Lotería (en mayúsculas debe sonar, las palabras con mayúsculas deberían sonar de otra manera aunque ahora que lo escribo tengo la impresión de que así es, suenan con otra música, como la Lotería, Atlético de Madrid, la Reina… ). Tengo que hablar de mi madre. El día 22 de diciembre empezaban las vacaciones. Digo que era el primer día que nos quedábamos en la cama más tiempo, hasta que mi madre levantaba la persiana del dormitorio y decía la ritual: Que la Gracia de Dios entre en esta casa. Pero ese día, además, mi madre abría una caja de polvorones de cinco kilos. Y en una minúscula copa nos daba un poquito muy poquito de anís dulce. No lo hacía para que nunca se nos olvidara la música de la Lotería ni el primer día de vacaciones ni la caja de polvorones, que te quedabas mirándola sin decidirte por un rosco, un polvorón, una hojaldrina, un mantecado -de canela, de limón, de coco, de almendra-, un alfajor… Y la música seguía sonando en la radio donde oíamos el programa de música clásica que a mi padre le gustaba tanto, me llamaba para que lo escuchara en silencio a su lado. La música de la radio a veces se interrumpía con otros acordes. Digo que la monotonía -sensu modo- se rompía con un encabalgamiento y la voz se alejaba de los micrófonos para correr a otros micrófono donde repetir esa música distinta, más rápido el canto más agudo el timbre, más pesetas el premio. Los cuartos, decía. O un premio mayor pero no el Gordo, que también iba con mayúscula. El Gordo -cuando salía el Gordo- llegaba un éxtasis que en la radio era más éxtasis que ahora en la televisión. Y en unos minutos decían -dicen- en qué Administración fue vendido, y cuántas series, o sea, cuanto dinero había "caído" sobre esta localidad, aquella fábrica, esta empresa. Muy repartido solía decirse, lo que provocaba algún bienestar interior en quienes lo oíamos decir, que había sido muy bien repartido. Además los agraciados solían decir los boquetes que iban a tapar o cómo pensaban ayudar a los hijos o ayudarse ellos a sí mismos. Puede que hoy, ahora mismo, esté ocurriendo lo mismo en esta España nuestra de tantos que tanto necesitan, de los boquetes que hay que tapar y a la de hijos que habría que ayudar más si pudiéramos.

Hoy es el día de esta música, de los niños de San Ildefonso, y de una ilusión que se transforma en salud, que por lo menos nos toque salud, que es lo más importante.

Es lo que os deseos, amigos lectores. Si la música de hoy no suena en el número que posees.

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