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La guerra es un sonoro fracaso de la humanidad, de lo que se deduce que el mundo lleva fracasando desde que el ser humano, allende los tiempos, decidió darse garrotazos con sus iguales, ya fuera por una cueva, por una pieza de caza o por un territorio. Cambian las formas, cambian los motivos: donde había garrotazos hay ahora misiles y drones; y donde se pugnaba por una cueva se lucha en la actualidad por tierras raras para fabricar móviles. Conviene no ser ilusos y, por tanto, saber que la guerra estará siempre presente en la historia de la humanidad. Pero esta certeza no impide que el pacifismo siga existiendo y no sea arrinconado como motivo de locura o quimera. El no a la guerra, en todos sus momentos y causas, en todos, debe ser un grito permanente entre aquellas personas que piensan que, llegados a este siglo, el hombre haría bien en buscar vías alternativas para dirimir las diferencias.
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