Pues no eran tan malos como Paco López nos hizo creer

Opinión

19 de febrero 2025 - 03:05

El balón es un dictador implacable. No hace prisioneros. Cuando se niega a entrar en la portería contraria es capaz de arruinar el proyecto más sólido. Cabezón como un adolescente rebosante de testosterona, manda en este negocio como monarca plenipotenciario y se descojona cuando le hablan de estadísticas, ordenadores cuánticos y hasta de la Inteligencia Artificial. Aquí mando yo, parece decir a cada bote. A lo más que llega es a mostrarse dócil con quienes le demuestran que le rinden pleitesía y que están dispuestos a sudar sangre para conquistarlo. Quizá por eso, el balón, caprichoso y novelero, ahora está a partir un piñón con el Cádiz, ese mismo Cádiz que nos ha tenido meses temblando mientras veíamos cómo subía el agua hasta llegarnos a la misma napia. Y ahí, justo en el momento en que apenas si podíamos respirar, llegó un nuevo domador y el balón dijo sí. Lo estás haciendo muy bien. Sí, sí, sí… y ahí lleva nueve partidos enamorado de Garitano, en pleno clímax y con ganas de más.

Yo, pesimista por naturaleza en esto del cadismo, más que nada porque ya casi tengo la edad de un pitecántropo, ya me veía otra vez en la liga de los pueblos. Pero, miren por donde, parece que la plantilla no era tan mala como Paco López nos hizo creer. Porque el Cádiz de Garitano, a pesar de contar con los mismos jugadores, no se parece ni en el blanco de los ojos al de su antecesor. Este Cádiz que actualmente se presenta como el conjunto más en forma, el más temible de la categoría, capaz de vencer en campo del líder con cierta solvencia y hasta perdonando ocasiones claras, juega más ordenado, corre para atrás, es solidario y sale al contragolpe como si fuera una manada. El nuevo técnico ha recuperado a jugadores que parecían perdidos para la causa como Diakité, Alex Fernández, Rubén Sobrino, De la Rosa y hasta Chris Ramos, a quien, con sus continuas suplencias, Paco no sólo había cubierto con un manto de tristeza sino que había devaluado en el mercado.

Este Cádiz funciona. El de Paco López, no. Nunca lo hizo. Ni en pretemporada. A toro pasado es más fácil hablar, aunque ya dije, contrariamente a mi costumbre, después de aquel nefasto empate en casa con el Málaga tras ir ganando 2-0, que había que echar al entrenador. Le hubiera despedido nada más pitar el final. No por el resultado en sí, sino por el disparate de alineación y de jugadores fuera de su posición con la que el Cádiz acabó el duelo. Cuándo exactamente Paco López dejó de ser Paco López no lo sé, pero desde luego el equipo nunca se sintió cómodo con sus decisiones. El Zaragoza parecía el Milan de Arrigo Sacchi en el primer partido de Liga y ahora le hemos superado en la clasificación. Poco más que decir.

La reacción se ha iniciado tarde, bastante, pero viendo al equipo da la sensación de poder vencer a cualquiera. Y eso ya es algo. El fútbol es un estado de ánimo y este Cádiz está en pleno éxtasis. La plantilla confeccionada no eran tan mala, sólo faltaba sacarle el rendimiento esperado.

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