Enrique Montiel
Esa música
Tribuna libre
Lo que nos temíamos llegó. La opinión del rector, que se echaba de menos, ya llegó. El titular en primera página de Diario de Cádiz (6 de febrero) es contundente y no deja resquicio a la duda: “El nuevo rector deja claro que la Facultad de Educación debe ubicarse en Cádiz”. Acostumbrados como estábamos al zigzag de la Junta sobre Valcárcel, sus rotundas manifestaciones fueron, en aquel momento, bien recibidas con voto de confianza para el señor Mantell.
En manifestaciones a Diario de Cádiz (21 enero) el rector se desparrama con un bla-bla-bla sobre la confianza en el presidente y la lealtad institucional, pero introduce un elemento novedoso; remite a un plan de infraestructuras de todas las universidades de Andalucía a redactar, y anuncia otra demora de unos cinco meses en la redacción de este plan.
Pero se le vio la patita cuando se apuntó a la dialéctica de la Junta, la del “tal vez”, “sí pero no”, “a lo mejor”, “algo se hará”... con tanta vehemencia que más que un rector elegido por la UCA, a la que está obligado a defender, parece un delegado del presidente.
De Valcárcel se empezó a hablar hace la friolera de 20 años (2003). Recibió un fuerte impulso del gran rector González Mazo y el edificio sufrió altibajos, puñaladas traperas, plan hotelero y sede okupa. Pero actualmente tampoco estamos mejor, por dos razones principales. Por un lado, el coste. De los fondos destinados a las universidades (sobre 80 millones) la Junta solo financia,en varias anualidades, hasta unos 29 millones. Y por otro lado, la UCA no puede o quiere utilizar los treinta y tantos millones de remanente en un solo proyecto.
Por si fuera poco, el alcalde gaditano juega al despiste sobre los 5 millones que hay que recordar que comprometió el alcalde Kichi, y eso es institucional, del Ayuntamiento, y por tanto de obligado cumplimiento.
En la alegación presentada al pleno municipal por la plataforma Valcárcel Universitaria, que ni se mencionó, Bruno tan solo dijo que no tenía los cinco millones, excepto si vendía el Campo de las Balas. Un razonamiento para parvulitos; no tengo dinero, pero si vendo este campo, lo tendré. Ergo, vende el Campo de las Balas.
En sus declaraciones, el rector Mantell tampoco mencionó el acuerdo, pendiente de firma desde noviembre de 2022, de su consejero de Educación con varias instituciones (UCA, Diputación, Ayuntamiento). Y ese mutismo anticipó una muerte esperada del nonato acuerdo. Y no se anda con circunloquios: si está la aguja mareada, claramente contempla dar un paso atrás si se atasca la financiación.
O sea, entre todos la mataron y ella sola se murió, que dice el refrán. Sin entrar en las odiosas comparaciones con otras universidades, la UCA no ha salido bien parada del reparto efectuado por Juanmaloharía.
Últimamente el rector, intentando mejorar el trance, manifiesta que de las muchísimas titulaciones que vendrán a la UCA, podría ubicarse en Valcárcel un grado de Inglés orientado a la economía azul, o algo así, con la friolera de 100 alumnos. ¿Pero qué broma es esta?
Magisterio, con unas 3.500 personas entre alumnos, profesorado y Ptgas, por segunda vez en su historia irá al exilio puertorrealeño. Y ojo con Jerez, que con poca avidez municipal es capaz este rector, sin preguntar a nadie, de mandar allí a todo Magisterio. De hecho, en un sí pero no ya ha citado a Jerez como opción.
Cádiz perdió la antigua Escuela de Magisterio, trasladada casi sin oposición al campus del Río San Pedro. También hace años, por mor de un acuerdo y al socaire del mismo, perdió la Escuela de Náutica y la de Ingeniería, trasladadas ambas al mismo campus. Sería el colmo de los colmos que Cádiz no recuperara los estudios de Ciencias de la Educación, que Puerto Real los perdiera para siempre y que para más inri los trasladaran a Jerez, donde nada se nos ha perdido.
Casimiro Mantell se despacha a gusto manifestando que Valcárcel es una obsesión, y que el arreglo para Magisterio cuesta 60 millones, pero no explica que la pretensión de transformar Valcárcel en un aulario para Medicina y para Filosofía implica la rehabilitación del edificio, sin aclarar quién lo pagaría. Aquí vuelve a actuar como si fuera un delegado de Juanma más que un rector elegido por la comunidad universitaria.
Sería una posición loable y sobre todo necesaria, arremangarse y trabajar para impedir que pasen otros 20 años con el edificio BIC destrozado, los alumnos apretujándose y Cádiz y la UCA perdiendo poquito a poco de todo un poco.
Habrá que entonar el gori–gori, por lo que conviene que vayamos ensayando.
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