Antonio Morillo Crespo

¡Su padre el último!…

La Corredera

21 de enero 2025 - 03:04

Continuo con las expresiones de los chiquillos. He comentado ya “o tos moros o tos cristianos” y “ que no sabe ma que rempujar”. Hoy comento “su padre el ultimo” . Todos reflejan la filosofía de ellos y hasta sus micro pasiones. Aunque quizás no hayan cambiado ya de mayores, porque de vez en cuando le sale a uno mismo el cuento apropiado a una determinada ocasión.

Será que somos más prudentes o sencillamente que no nos atrevemos a decir las cosas por su nombre, sino al contrario buscamos y usamos expresiones más neutras. Porque valga el caso, de que nos tropezamos con uno que no quiere diálogo, sino que opta por la tremenda y así le sigue valiendo aquello de “no sabe más que rempujar”.

“Su padre el último” era cuando varios chavales se disponían a correr y puestos en fila de salida, se daba el consabido grito. Porque había que ganar la carrera o quedar en el pelotón o en un puesto intermedio, puesto que en caso contrario el padre respectivo sufría el requiebro o el castigo. Más que crueldad aunque fuera infantil, el arrojar sobre su padre el ultraje, era su concepción de padre adusto, pegón, castigador y riñón. Lógicamente el consabido padre ni se enteraba del asunto, pero entre ellos la alusión paterna sí que era una ofensa.

Y ¿a quién deberíamos ahora los adultos aplicar el comentario?... pues a los flojos, a los que no dan un palo al aire, a los que pasan de todo, a los que siempre están dormidos, a los que se les pasa la vida mirando a la Luna. Lo malo es que siendo ya adultos, nadie se atreve a tildar o catalogar de cuoso modo a los que encarnan y practican lo dicho. En todo caso se habla para adentro diciéndose a sí mismo “ese tío es más flojo que una escoba”. Y si por azar te encuentras con un chulo que se quiere comer el mundo, pues tu pasas de él, como si en vez de ser Napoleón Bonaparte es el gato pirulí. Y si se las da de guapo, pues le lanzas un piropo diciéndole “Adiós Clark Gable”.

No se trata lógicamente considerarse el maestro o educador de todo el género humano. Es sencillamente que, como los chiquillos en sus juegos tildaban de ser el peor de la clase al que llegaba el último, con naturalidad, prudencia y tacto, opinar, decir, comentar y auspiciar que todos seamos diligentes y no seamos el ultimo gato.

Si se quiere también considerar que no somos como un solo corcho flotando en el mar de la vida. Sino más bien parte de todo el conjunto ciudadano con quien convivimos. Y por tanto, tener presente que no somos una isla sino miembros activos de un archipiélago.

P/D En resumen colega, “su padre el último” Y salga el Sol por Antequera” y “A quien Dios se la dé, San Pedro la bendiga”.

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