El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Siguen. Esta mañana en mi árbol cantaba un jilguero. El canto del jilguero es la melodía sutil que busca a otra en la mañana. Las golondrinas trizan con su color de teclado. El aire vuela más limpio con ellas. Entonces, la noticia que duele. Ha muerto Paco Rico, el filólogo de la Universidad Autónoma, el mayor experto en Cervantes, de tal manera que la gente pedía en las librerías El Quijote de Francisco Rico. Soslayando a don Miguel. Ya se me han muerto dos filólogos de mi estudio y solaz. Fernando Lázaro, fue el primero y ahora, esta mañana limpia y clara en la voz de los pájaros, lo hace él. Él que estudió y divulgó en clases y cuadernos, y libros, las etapas fundamentales en la trayectoria del Quijote, cuando de simple obra de entretenimiento se convierte en el mayor clásico de la literatura occidental. Rico va a enseñarnos cómo se compuso esa primera edición de 1604, cuantos copistas –cuatro- a la vez, compusieron cada uno un pliego, sin comentarios entre unos y otros. Rico nos va a contar que a raíz de su publicación, a finales de 1604, el Quijote había tenido un éxito considerable, pero no tan espectacular como a veces se piensa. El dueño de los derechos para el reino de Castilla, Francisco de Robles, reeditó la Primera parte en 1605 y en 1608, con lo que llegaría en total a unos cinco mil ejemplares (cada uno, desde luego, con varios lectores y bastantes más oyentes); pero en 1623 aún no había agotado los de 1608 y en el almacén le quedaban casi 400 de la única tirada de la Segunda parte (1615).
El olvido que en la literatura es la muerte, se comió durante dos decenios la fama y las ediciones que no retornarían hasta 1636 y no se hace verdaderamente popular hasta 1755 cuando un inglés, Lord Carteret, encargara una biografía de Cervantes, a Gregorio Mayans y Siscar que fue seriamente elaborada incluso con un retrato de Cervantes, y el Quijote también con lámina alusiva.
Es un poco, tirando de memoria, algo de lo que don Francisco Rico Manrique, iba estudiando, investigando, publicando y educándonos a los cervantistas y alumnos ya de todo el planeta.
También deja en su lugar el calco y desarrollo del Quijote de Avellaneda, al que destaca por la singular torpeza en la ejecución de la obra. Lázaro Carreter, compartía ya la creación de la novela moderna con el filólogo fallecido hoy, "cuando se asegura que este funda la novela moderna, esto es esencialmente lo que quiere afirmarse: que Cervantes ha enseñado a acomodar el lenguaje a la realidad del mundo cotidiano. Y algo muy importante: que ensancha el camino abierto por el autor anónimo y por las primeras novelas picarescas; ha respetado, se diría que exhibitoriamente, la libertad de sus criaturas de ficción".
Cantan los pájaros juanramonianamente, alguna nube de gasa rococó cubre su trozo de paisaje, yo, triste, muy triste, vago por el interior de mi ánimo como Ishtar, bajando escalones que piso sobre rosas marchitas. Que son los amigos idos, los amigos que no podrán oír más lo que mejor definiera Gerardo Diego. "Un pájaro sin lira, sin rama, sin atril, canta, delira, flota en la cima de su fiebre aguda. Vivo latir de Dios nos goteaba, risa y charla de Dios, libre y desnuda…".
Y el pájaro, sabiéndolo, cantaba. Algo que el alma, siempre echará de menos…
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