Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
No van a dar las uvas. Bueno, en concreto el omnipresente bético, portuense para más inri, el graciosísimo Joaquín. Conste que cuando se dedicaba a publicar pamplinas en las redes me inspiraba ternura, como ese familiar coñazo al que no se le entiende nada porque él mismo se carcajea hasta la tos con sus propios chistes malos. Y tiene programa propio de televisión, le hacen la ola arriba, y se me antoja que la razón es la misma de siempre: los de las bajuras del país somos los bufones del reino. Es una desgracia que sigamos siendo el cachondeo nacional, los flojos, los de las fiestas constantes, los eternos ‘novatos’ y analfabetos. No se engañen, la campaña del acento y la supuesta reivindicación de las cosas nuestras son puro marketing, hay que vender cerveza y turismo feriante, zambombero o carnavalero, lo mismo es, ya se sabe, es la limosna de los pobres andaluces, tan por debajo de Despeñaperros y del mundo en general. Tenemos mucho que agradecer a los que vienen a visitarnos y dejar sus buenos dineros. ¡Ah!, pero el orden en el agradecimiento está equivocado. Mucho compartimos de lo que tenemos con quienes no lo valoran. Ay, y qué me dicen de la defensa de la modalidad lingüística, el dialecto, o nuestra forma de hablar cateta que deja al descubierto la incultura: cada año tengo que lidiar en clase con la falta de autoestima que traen de cuna los alumnos, puro reflejo de lo que creemos que somos, cuando se refieren a su propia identidad, empezando por el uso del idioma. Claro, es que en Andalucía no tenemos ni hemos tenido nunca intelectuales ni nombres ilustres ni investigadores con brillo, aunque ceceen, que deben irse fuera. Todo el trabajo que también los docentes hacemos por el cuidado de nuestra idiosincrasia se va al garete en pocos minutos con un solo anuncio de maquinillas de afeitar. Conste que no quiero cargar las tintas contra el futbolista (el tema del fútbol como referente educativo lo tocaremos otro día), pero es flagrante que la desaprobación sea generalizada en silencio y se perpetúe la bajada de pantalones ante los señoritos finolis que vienen a pasarlo pipa en nuestras playas y a reírse del picha va y picha viene del fino humor gaditano, por ejemplo, el sur más antiguo del sur, esta tacita de plata que solo parece brillar en carnavales, y últimamente ni eso. Menos mal que al menos limpiamos algo de chabacanería por ponernos en el mapa con bicentenarios y congresos de la Lengua. Quiero pensar que no está todo perdido, a pesar de las tópicas criadas andaluzas de las series y los graciosos por castigo con el recurso ridículo, si no se les ríe la broma, del “tú no ere de Cai”. El arte andalú, que no la cultura, venido a menos. El desprecio absoluto del ingenio y la creatividad, cuando el mejor reclamo para vender lo que sea es recurrir al ¡qué pasa picha!. Así nos va.
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