Enrique Montiel
Esa música
El Alambique
Las actividades patronales, este año, vienen cargadas de incertidumbre. Las restauraciones, necesarias, de sobra conocidas, entiendo que se planifican con bastante tiempo, no es una decisión que se toma de una semana para otra, y por ello, al menos a mí, me sorprende que en días previos tengamos la incertidumbre de dónde está la Patrona. Sabemos que está en buenas manos, sabemos que llegará, pero dos días de diferencia me resultan imprevisibles, y cualquier pequeño detalle puede conllevar un retraso que nos obligue a presenciar una foto de la patrona sobre su trono. Confío en que finalmente el día seis veamos su llegada, para tranquilidad de muchos, pues la piel del oso no ha de ser vendida hasta no estar seguros de que se le dio caza. Aun así, entiendo que estos pequeños detalles, anecdóticos, apenas empañan la grandeza del día, que como he dicho en otras ocasiones, suponen la verdadera despedida del verano portuense. Un verano que acaba no con el 1 de septiembre, pues muchos son los que alargan los días estivales hasta el 8 de septiembre, cuando la Patrona vuelve a recorrer sus calles. Surge la duda si recibimos o despedimos los cambios de costumbres, pero siempre hay un antes y un después a este día. Despedimos los días de tranquilidad y relax, los tiempos de salidas nocturnos, aunque para otros, la Patrona marca lo que es el comienzo de su descanso. Para muchos portuenses, sobre todo los que viven de la hostelería, la patrona es el último acto del verano, el comienzo de una vacaciones o al menos, días de descanso. Comparar años es algo imposible, y cada cuál, dentro de que pueden parecernos iguales, son distintos, con sus pros y sus contras. El próximo día 8, será un final, o un principio, que nos hará recordar lo vivido en los meses de verano, pero que nos acercará a la fiesta de la Hispanidad, Tosantos, y como no, la Navidad. El final de los agradables recuerdos de largas tardes, a veces, interminables, el principio de sacar la ropa de invierno, poco a poco, pues septiembre sea presenta caluroso, aunque ya, iremos notando como apetece taparse con la sábana. El próximo día 8, volveremos a encomendarnos, confiaremos nuevamente en Ella, e iniciaremos el corto camino hacia nuevos eventos. Como es natural, si estas dudas me surgen a mí, y me preocupan, relativamente, ni me imagino cómo deben encontrarse los de la Archicofradía, que confiados y seguros como deben de estar, hasta no verla dentro del templo, albergarán también sus dudas, con la sonrisa de quien confiesa estar todo controlado, menos el destino. Hoy, al menos, mantendremos la confianza, y la incertidumbre. Por todo ello, este año, más que nunca, confiemos en Ella
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