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Si le da la curiosidad de saber dónde surgió este embrollo de la happy hour para ligar en Mercadona, le diré que he hecho una pequeña investigación que me ha llevado a dos lugares. Una participante en el concurso First Dates dijo hace siete años que de toda la vida los solteros y divorciados iban a ligar a los supermercados de la cadena de Juan Roig a las siete de la tarde; y una humorista tiktokera que el día 22 de agosto subió un vídeo dónde su amiga le desvelaba a la hora que surge el amor en el súper.
Desde ese día, las RRSS tomaron el control, ampliando las explicaciones de lo que hay que hacer ante el desafío de ligar en los pasillos del Mercadona. Le explico: Hay que coger una piña natural (no valen latas), ponerla del revés en tu carro y acercarte a la sección de vinos. Cuando se ve a alguien con el mismo contenido en su carro, se hace “match” chocando el propio con el ajeno. Y ahí comienza el flirteo. Pero, ¿qué ocurre si una de las personas es lesbiana o bisexual? Debe poner un cortaúñas en el carro, junto con la piña. Eso despejará cualquier duda.
Ahora bien, esto es España (dicho con voz de Leónidas), y mal que les pese a los independentistas corruptos (o corruptos independentistas) tenemos raíces comunes heredadas de decenas de miles de personas pertenecientes a civilizaciones que han parido, matado y muerto aquí. Como bien dice Pérez-Reverte, un español es el peor soldado que uno puede tener: chulo, altanero, desobediente, anárquico… pero fuimos temidos en todo el mundo por ser indoblegables. Y por nuestros memes, claro.
Si hay algo en lo que los españoles somos la mayor potencia del mundo es en cachondearnos de todo y de todos, de nosotros y, sobre todo, de ellos. Es por eso por lo que esta anécdota banal de la piña, el carro y el Mercatinder se ha convertido en un fenómeno furioso y viral, que nos ha venido entreteniendo en las postrimerías de un agosto caluroso. Hemos encontrado adolescentes vaciando los mostradores de piñas, innumerables humoristas y youtubers subiendo “historias” en los pasillos del súper, a otras empresas subiéndose al carro (nunca mejor dicho), despedidas de soltero con el novio disfrazado de piña, la Ertzaintza desalojando una sección saturada de gente en Bilbao, y hasta el típico corte veraniego en el Telediario del mediodía.
¿Es mayor la intención libidinosa o el animus iocandi? Yo diría que esto último. Los españoles de todos los hemisferios somos noveleros, nos gusta la jarana y, si es posible conseguir un ligue de verano, ¿por qué negar la posibilidad? Aunque, como dice una frase leída en internet: “No ligas en una discoteca a oscuras a las cinco de la madrugada, vas a ligar en un pasillo iluminado del Mercadona a las siete de la tarde”.
Por lo pronto, mientras hago este artículo, mi esposa me ha traído una piña colada hecha en la Thermomix. Miedo me da buscar en internet qué quiere decir eso. Probablemente, que me ponga a planchar, que mañana hay despacho.
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