El Alambique
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La Academia, hoy tan moderna, incluyendo arboricidio, brunch, casoplón, bordería y sieso en el Drae, con la que nos hemos felicitado en Cádiz, sigue teniendo un débito espiritual con nuestro Cádiz más íntimo. La palabra picha. Dice tan pancho que picha es femenino malsonante y lo define como miembro viril. ¿Miembro viril femenino?¿Y en Cái? Ya veremos en Carnaval. Pues ya empezamos.
En Cádiz cómo es sabido picha, pronunciado pisha, sustituye al nombre, y a lo que haya que sustituir. Ojú picha. Qué dices, pisha. Fernando Santiago en el año 2010 cuando pisha pasó al conocimiento de toda España, lo decía en este nuestro admirado Diario de Cádiz. Las palabras más picha que quillo, que ya formaban parte del habla de Cádiz desde hacía mucho tiempo. También las coplas de Carnaval, cada vez más conocidas y seguidas en Andalucía y en algunas otras comunidades españolas, y la exportación de los cánticos que la afición del Cádiz dedica a su equipo en los partidos deben haber influido en el que en otros puntos de la geografía española se usen con cierta asiduidad estas expresiones tan gaditas y que hasta hace bien poco eran de consumo interno. Por qué esa desexualización del término, ese femenino aplicado como masculino, patrimonio inmaterial de la humanidad gaditana, ya debería haberse incluido en otra acepción, como mote, apodo, o alias castizo, con el que se designa a un individuo en Cádiz y no su posbragueta.
Si como miembro viril derivado de la onomatopeya ps, de donde saldrán las cursis pis, y pipí, y que Corominas trata cuando examina lingüísticamente el termino pijota, está recogida en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum copiossisimum de John Minsheu, en 1617. La Academia como aparato genital no lo incluirá hasta 1984, el año que nació mi hijo Rafa, ¿verdad pisha?
Más vale caer en gracia que ser gracioso, adagio coloquialísimo que, por lo visto, también afecta a las palabras.
En la tertulia Maitinalia, nuestro asesor ecológico Melchor Ramos Alba constata los apodos, Pichi, Pichichi, Pichirichi y catorce o quince variantes más en nuestra amada Conil de la Frontera con Rafael Muñoz, vejeriego de pro. Y el dilecto profesor Vazquez Bermúdez, lo retrotrae al romance andalusí de Ibn Manzur que lo signa como bisa y faisa.
En fin que la academia y la universidad rueguen a la Real, que lo incluya antes que casoplón, ese palabrejo que indigna tela al Capitán Fosquito. Mientras aquí al máximo goleador se le llama pichichi y el pichincha en Ecuador es un volcán.
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