Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
El Alambique
Un reciente estudio de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha llegado a la conclusión de que en Cádiz un 30% de los niños y niñas viven en riesgo de pobreza. Una vergüenza en la próspera Europa y en la cuarta economía del euro.
Creemos que pobres son esos que algunos perciben como desgraciados e invasores que llegan a nuestras costas huyendo de guerras, hambre y misera. Pero no, la pobreza también la tenemos aquí, no hay que importarla.
Niños que viven en familias con dificultades para pagar la factura eléctrica, que pasan frío en invierno y calor en verano. Niños que comen de forma insuficiente, o con una dieta insana. Niños que terminan marginados en el colegio y en la sociedad por no disponer de ropa y juguetes adecuados o acceder a actividades extraescolares o de ocio. Niños que no pueden disponer de equipos informáticos, aumentando la brecha digital. Niños que, con diversos subterfugios, son excluidos de los colegios concertados y terminan concentrándose en los públicos, conformando auténticos guetos de pobreza.
Las soluciones no son fáciles, pero hay experiencias que demuestran que es posible reducir la pobreza infantil aumentando el salario mínimo, reduciendo los trabajos precarios y aumentando el gasto en políticas de familia, al que sólo se destina en España un 1,6% del PIB, cuando la media europea está en el 2,5%. De nuevo, a la cola del estado del bienestar.
Pero para garantizar viviendas asequibles que no se coman el exiguo sueldo, una sanidad y una educación de calidad y totalmente gratuitas, o un apoyo efectivo a la dependencia, hace falta dinero púbico proveniente de los impuestos.
En España se pagan menos impuestos que en los países de nuestro entorno, donde paga más quien más gana. Aquí, en cada elección, algunos partidos prometen rebajas fiscales que favorecen precisamente a los que más tienen. La Junta de Andalucía ha reconocido que con las rebajas de impuestos -IRPF, sucesiones y donaciones- ha perdido 192 millones de euros, que, se vanagloria la consejera de Economía, han quedado en el bolsillo de los andaluces, pero sólo de los que ganan más de 100.000 euros al año. Ese dinero invertido en mejoras de la infancia hubiera supuesto una evidente reducción de la pobreza. Pero Moreno Bonilla tiene sus prioridades.
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