Preliminares COAC
Orden de actuación

Todo es posible

El Alambique

26 de enero 2025 - 07:00

Está el mundo como para dejarlo solo. Se descuida una un par de días, se enfrasca en el trabajo, en la familia, o en una novela, y cuando vuelve todo está patas arriba. Pones la radio una mañana y resulta que Trump ha decidido que la Organización Mundial de la Salud no vale para nada, que fomentar la diversidad ha pasado de moda, que los nacidos en Estados Unidos no serán automáticamente estadounidense, o que al Golfo de México hay que cambiarle el nombre. Aún sin tiempo para digerirlo, te enteras de que el dueño de Facebook, en un sorprendente giro de guión, ya no quiere un mundo más inclusivo sino “empresas con más energía masculina”, signifique eso lo que signifique. Y mientras trato de entender qué le ha pasado a este hombre, que no ha tenido suficiente con apuntarse a artes marciales para superar la crisis de los 40, aparece Elon Musk haciendo lo que puede ser o no, según quién lo mire, un saludo nazi. Estoy tan anestesiada que ni me sorprende. Qué importancia relativa puede tener un gesto cuando este señor hace apenas unos días que ha apoyado expresamente a la ultraderecha alemana.

En fin, digo para consolarme, serán las cosas que pasan por ahí. Pero luego escucho un fragmento del interrogatorio por el caso Errejón y no acabo de encajar ese tono fanfarrón y de compadreo en el bar con el escenario de una sala de juicio.

Total, que con semejante aturullo mental y la sensación de estar totalmente fuera de este tiempo, leo que el Washington Post ha invitado al alcalde de El Puerto al foro de Davos, y ya me parece hasta normal. Estoy empezando a perder la capacidad de sorpresa, todo lo que para mí parece contrario al sentido común resulta ser posible.

Justo en el momento en el que me dispongo a dejarme llevar por la ola, a no oponer resistencia a un nuevo orden que escapa a mi lógica, descubro que lo de Davos no era para tanto, ¡que se podía apuntar cualquiera! Cualquiera, claro, con tiempo y medios para irse a Suiza. En fin, a mí al menos me ha servido para consolarme con el resto de cordura que queda en el mundo.

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