Rafael Duarte

Presunto tallercillo literario

18 de septiembre 2024 - 06:00

Sin ti mi sangre se coagularía/como una espada contra un bosque en llamas/. Nada queda de aquel fervor/ y el presente no vive la esperanza/. Como quien mira una sonrisa/ donde rompe la muerte, en su madeja/… Florece una atalaya/ y un corazón su vuelo libre ensaya/…paladeo el collar de sílabas / resalto algunas vocales/ antes de cerrar los ojos/ para las evocaciones/.

Bello boceto, ¿verdad? Si dijese o afirmase ahora, que es de Mollicodio Ramírez, seguro que lo rechazarían los selectos mediocres, pero, aclaro, está construido con fragmentos de poemas de Gloria Fuertes, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, Ángel González, Juan Mena y Enrique Montiel. Mantiene un ritmo clásico y, ahora, todo el mundo aceptaría su indudable calidad literaria. Los orígenes del poema son claramente justificables, porque lo que quise fue provocar un efecto cultural, emotivo y conocido. (Personalmente llamaría a eso mercancía literaria para talleres y editores de lo lírico presunto).

Lo que hice fue crear un contenido acorde para un fondo de paisaje que dispusiera fructuosamente esa sensación de poética alta. Aprovechándome de la alta calidad de mis amigos. Todos sabemos que la poesía como creación ha sido sustituida actualmente por la poesía como construcción mecánica. La mayoría de los poemas hacen ruido, pero no suenan musicalmente.

Hoy los neonuevos ni siquiera utilizan formas cargadas ya de intensión poética, como el cielo y el mar en un cuadro. Ellos prefieren palabras abstractas que puedan alcanzar ese efecto. Por ejemplo el ramo o ramaje del árbol, lo calificaremos de “frondoso”, e ítem más, aumentaremos las palabras accesorias, el rumor de las hojas acariciadas por los dedos silenciosos del viento. Con lo cual lo extenuamos y encima lo hacemos redundante, es decir pseudo repetición, acumulación, etc. Esa fabricación lírica consciente o inconsciente, hay casos, fuerza al lector a estar cómodo con la sensación de haber consumido poesía pura y al escritor de haberla ofrecido.

A lo mejor sin ser consciente del todo de haber falsificado su vida. Escritores que creen poseer un almacenamiento estético propio sin aceptar que está caducado, obsoleto y disecado. Todos, si somos sinceros, conocemos libros que padecen el mal de esa comestibilidad, de esa prefabricación del efecto artístico. Y no quiero hablar del ritmo interno, ni del ritmo acentual, ni de la rima interna, externa, o sus ausencias… Recordemos que en el plano rítmico, sonoro, Coseriu vs Jakobson polemizaron y disintieron entre lo poético y lo bien dicho. Por lo que el mensaje poético puede ser portador o no de la poeticidad del texto.

Estos grandes poetas del boceto, están semiolvidados intencionadamente, porque nadie quiere decirle a nadie que participe en un taller hipocrite écrivain, mon semblable, mon frere…

Recordemos también que heredamos de Horacio el ritmo acentual, que siempre hizo espondeo el segundo pie y transportó al verso sáfico la cesura semiquinaria del hexámetro…que prevalecería en el sáfico latino: martyrum servat/cineres sepulchro…ya en el himno de los mártires de Zaragoza. La música escritora nos viene más clásica.

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